Durante la última semana del mes de septiembre tuve el placer de hacer un viaje interno que me volvió a recordar porque me gusta Alemania hasta tal punto de haber elegido este país como lo más cercano a nuestra base. De hecho, ya de por sí pasamos poco tiempo por Berlín pero como siempre viajamos por otros continentes tampoco habíamos tenido mucho tiempo de descubrir otras regiones de Alemania a parte de las que teníamos más a mano o ya conocíamos de antemano.
Germany Tourism me invitó a formar parte de este viaje que además se realizó de una manera que me encanta, en tren, una de las maneras de viajar que creo que retomará fuerza una vez se calme todo esto mucho más responsable con el medio ambiente y perfecta para admirar el paisaje.
De este viaje y de los últimos 5 años viviendo en Alemania escribí esta guía para viajar en tren por Alemania sin gastar mucho dinero y con todos los trucos y consejos que he aprendido desde entonces. Ahora así, me dispongo a dejar por aquí la ruta en tren que hicimos durante esos días con las paradas más relevantes y te aviso, muchas de ellas se encuentran fuera del circuito turístico pero como verás no por ello son menos interesantes, todo lo contrario.
Frankfurt
Comenzamos aquí nuestro recorrido, la mayoría de la gente pasa por Frankfurt apenas un par de horas, ya sea para hacer una conexión de vuelos o por temas de negocios. Nosotros apenas estuvimos una noche pero como mínimo fue tiempo suficiente para darle un vistazo al centro antiguo que sin duda no tiene nada que envidiarle a otras ciudades del país.
En él podrás ver el Römerberg, corazón del centro histórico que alberga el edificio del ayuntamiento edificado en nada más y nada menos que 1405. Es inconfundible al igual que la plaza que le rodea. Desde allí puedes ir a la orilla de los museos donde tienes quince museos de nivel mundial que puedes visitar a pocos pasos uno del otro. De tus gustos dependerá tu elección. Si eres más de perderte por callejuelas aquí también puedes hacerlo pero no te olvides de visitar los puentes que cruzan el río, el más conocido el Eisemer Steg construido en el 1868. Este precioso puente de hierro fue en el pasado un peaje que conectaba ambos lados de la ciudad.
En Frankfurt nos alojamos en el hotel Designhotel Frankfurt – 25 hours, un hotel de diseño muy cerca de la estación de tren ¡con sauna en la terraza!. Eso sí, atento porque la zona justo delante de la estación no es muy recomendable para caminar de noche, eso sí, no encontrarás mejor localización y el hotel como tal es un oasis con gusto exquisito y un desayuno completísimo. Puedes ver otros lugares para dormir en Frankfurt aquí.
Neustadt
Tomamos un tren de un poco menos de dos horas hacía el sur, muy cerca de la frontera con Francia para visitar esta pequeña gema vinícola Alemana. ¿Sabías que puedes vivir una autentica ruta del vino en Alemania? Así es, la ciudad de Neustadt está rodeada de 9 municipios vinícolas con pequeños viñedos de tradición familiar de hasta 8 generaciones.
Una vez allí aprovechamos el día para recorrer las callejuelas del centro de la ciudad repletas de pequeños comercios y casas típicas de la zona (de vigas de madera). El centro es lo suficientemente grande como para no aburrirte y al igual que sucede en la mayoría de pueblos europeos su plaza central es su mayor exponente. En ella encontrarás la catedral y un montón de terracitas para disfrutar de un café o una cerveza al sol.
Mientras te encuentres por sus calles busca a los llamados Elwedritsche, animales mitológicos y tradicionales de la zona. Muchos cuentos y leyendas les incluyen como parte de la fauna de la región y hay hasta manuales para “cazarlos”. Verás la mayoría en una de las fuentes del centro histórico.
La actividad más importante eso sí es por supuesto beber vino y disfrutar de algún pequeño viñedo familiar. Nosotros visitamos el viñedo deWeingut Peter Stolleis en el que Hans, un joven de poco más de 30 años, está tomando las riendas del negocio familiar siguiendo con la tradición.
Hans y su madre Claudia nos deleitaron con 5 tipos de vino, un poco de historia de la región y además tuvimos el placer de presenciar la recogida de la uva directamente en el viñedo y parte de la producción del vino en sus propias bodegas. Me gustó tanto la experiencia, el vino y su familia que una vez en Berlín me hice con una caja de vino para nosotros solos. El Rieslign es la variedad típica de la región.
Puedes per dónde dormir en Neustadt aquí.
Völklinger Hütte
La siguiente parada no tendría nada que ver con las dos anteriores, tomamos un tren de una hora y media hasta Völklingen, a apenas dos kilómetros de la frontera con Francia. Völklingen es una ciudad de tradición industrial y cuenta con una de las estructuras más impresionantes del país en ese sentido.
Völklinger Hütte predomina en el skyline de la zona, es una estructura gigantesca que abrió sus uestas en el año 1881 y para el 1890 era la mayor producción de vigas de acero del imperio alemán. Durante más de 100 años esta siderúrgica fue el corazón de la zona dando trabajo a más de 17.000 personas a la vez. La historia de este complejo es interesante pero también dura, no solo las condiciones de trabajo dejaban mucho que desear sino que durante la guerra miles de trabajadores forzados vivieron este infierno y cientos de ellos murieron dentro de sus muros.
Hoy en día Völklinger Hütte es patrimonio de la UNESCO y un lugar ENORME y lleno de arte gracias a sus espacios acondicionados como galerías y a sus acciones de arte urbano cada dos años y es un ejemplo perfecto de transformación de una estructura industrial en una atracción turística. Dentro de sus paredes podrás ver exposiciones temporales y permanentes y podrás recorrer los diferentes espacios de lo que antes fue esta enorme siderurgia. Solo por el espacio ya lo recomiendo porque no he podido visitar nada igual en ningún otro lado del mundo. Una visita un poco diferente pero muy recomendada.
¡Ah sí! no te olvides subir hasta la plataforma superior y por el camino busca el tobogán escondido 😉
Si decides visitar este lugar tómatelo con calma, nosotros estuvimos casi 4 horas dentro y aunque parezca que es demasiado al final casi íbamos corriendo.
La entrada cuesta 15€
Horarios de apertura: 10 AM a 7 PM
Traben – Trarbach
Nuestro siguiente destino se encontraba a unas dos horas en tren tanto desde Völklingen como desde Frankfurt y es otros de esos descubrimientos que me alegro haber hecho durante este viaje porque sin duda es una zona a la que volveré. Puedo decir que hoy en día es uno de mis pueblos favoritos de Alemania y apenas pude ver un resquicio de todo lo que esta zona tiene que ofrecer.
Volvimos a tierras de vino pero esta vez con unas vistas de infarto gracias al río Mosela y una historia cautivadora. Curiosamente Traben-Trarbach fue una de las primeras tres ciudades de Alemania en disponer de electricidad, aunque solo para las bodegas de vino ya que llegó a ser el segundo distribuidor más importante de vino de Europa a inicios de los 1900 solo por detrás de Burdeos.
Lo que más me sorprendió de Traben Trarbach es sus alrededores, los pequeños pueblos que rodean el Mosela son preciosos y la oferta de turismo activo no deja nada que envidiarle a otros lugares. Es posible hacer varias caminatas por la zona tanto a ruinas de castillos ya destruidos como simplemente por senderos acondicionados pero algo que no te puedes perder es alquilar una bicicleta y recorrer la serpiente del Mosela.
Escribí un pos completo sobre dónde comer, dónde dormir y qué ver en Traben-Trarbarch, puedes verlo aquí.
Wuppertal
Desde Traben-Trarbach tomamos un tren de unas dos horas y media a Wuppertal, la casa del “tren volador” y también uno de los destinos de la Alemania industrial más reconocidos. En el pasado empresas como Bayer tuvieron aquí su cede y hoy en día podrás encontrar las sedes de empresas como Vorkwerk (Thermomix).
Toda esa revolución industrial hizo de Wuppertal una zona rica y moderna y de allí surgió el Schwebebahn. El monorail suspendido más antiguo del mundo y el único de su tipo en Alemania. Sus primeras estaciones fueron construidas entre el 1897 y el 1903 y se inauguró en 1901. Es una locura de estructura que para que entiendas mejor he decidido dejar aquí un video super especial grabado en 1903 desde uno de sus vagones.
Hoy en día el Schwebebahn sigue funcionando y es el método de “metro” de la ciudad aunque tristemente durante esta época se encontraba fuera de mantenimiento por tareas en las vías. hoy en día cuenta con más de 13 kilómetros de vía y su altura es de 12 metros en su punto más alto.
Para no quedarnos con las ganas de tren nos dirigimos a Beyenburg a una actividad cuanto menos bizarra pero super divertida, recorrer vías de tren montados en un bicicleta. El trayecto es de unos 15 Km ida y vuelta y se hace en un sistema cuanto menos particular en el que tres personas empujan una plataforma por las vías del tren. Aquí más información.
Wuppertal se encuentra a menos de media hora de Dusseldorf y menos de una hora de Colonia. Puedes ver dónde dormir en Wuppertal aquí.
Soest
Dejamos Wuppertal dirección norte en un tren de poco más de una hora hasta Soest, un pueblo sacado de un cuento de hadas. Esta región ha sido habitada durante cientos de años, se dice que la primera mención se da en documentos del año 836 parte de este éxito se debe a sus suelos fertiles, creció hasta ser lo que es hoy en día nuevamente gracias a la industrialización de la zona pero su centro histórico bien podría ser fantasía, es uno de los lugares con más encanto de la zona de Norte-Westfalia.
Algo que llama la atención en Soest es la piedra caliza verde que forma parte indispensable de muchos de sus edificios más antiguos, entre ellos sus iglesias y su catedral. Es un tipo de piedra autóctona de la zona. De camino a estos dos imponentes edificios verás sus callejuelas y casitas de vigas de madera tan antiguas como del 1454. La plaza del ayuntamiento y sus plazas colindantes son un lugar ideal para disfrutar de un pequeño snack con la mejor de las postales de fondo.
Soest puede hacerse en poco más de una mañana y se encuentra a solo 50 Km de Dortmund, 130Km de Colonia y 180 de Hanover. Puedes ver dónde dormir en Soest aquí.
Hanover
Finalmente tomamos un tren a la que sería la última parada de nuestra ruta, la ciudad de Hanover. Tan solo llegar ya nos encontramos en pleno centro de la ciudad por lo que nuestro primer plan fue recorrer el centro antiguo de punta a punta hasta llegar al río. Si quieres hacer un pequeño tour por tu cuenta no dudes en seguir la linea roja que verás en el pavimento, te llevará a los puntos y edificios más emblemáticos de la ciudad. Busca además la marca en los adoquines que te indicará el punto desde el que puedes ver las torres de las cuatro iglesias.
El centro de Hanover está lleno de recovecos, pequeñas plazas y edificios típicos que contrastan con los centros comerciales a apenas una pocas calles. Aunque Hanover no tiene mucho turismo como su vecina Hamburgo sinceramente no tiene nada que evidiarle y en un día o dos puedes conocer un poco más del país con moverte muy poco.
Otro de los planes que pudimos llevar a cabo en la ciudad fue la visita de los jardines de Herrenhausen, para llegar a ellos solo tienes que tomar un tranvía y te encontrarás en uno de los jardines barrocos más distinguidos de Europa dentro de ellos podrás encontrar una enorme cantidad de jardines y un pequeño jardín botánico para plantas exóticas. La verdad es que nos pasamos una buena cantidad de horas por la tarde entre plantas y aunque no suelo ser especialmente fan de los jardines estos me gustaron más de lo que me esperaba. Si los visitas ve antes de las 5 que es cuando cierran el agua de las fuentes pero quédate a ver como la caída del sol cambia los colores de todas las flores y plantas.
Nosotros nos alojamos en Schlafgut, Puedes ver otros lugares dónde dormir en Hannover aquí.
La verdad es que fue un placer viajar en tren por Alemania, es posible hacer una ruta similar (obviamente con parada distintas) juntando dos grandes ciudades del país casi en cualquier zona, siempre encontrarás pequeños pueblos y rincones que valen la pena conocer.