Hacía un montón de tiempo que no viajaba un poco en plan ruta, más que nada porque aunque trabaje remotamente mis condiciones de via han cambiado, las de la gente que me rodea también y aún no he aprendido a “irme de vacaciones”. Para mi viajar es viajar, con calma y parando en donde me da la gana… pero eso, con un par de semanas por viaje pues se hace complicado. En fin, total que este verano salimos de ruta por Portugal con la idea de cubrir una gran parte del país. Primer error. Por más de que sea un país pequeño son kilómetros y kilómetros de distancia y aunque me mole un poco el rollo guerrera que es el que siempre me llevo de viaje, también es verdad que normalmente ese modo guerrera siempre va acompañado de largas paradas de descanso en las que no hago nada.
En este caso salimos 15 días a Portugal, salimos del trabajo y tomamos el avión y volvimos al trabajo al día siguiente de volver. Segundo error. Así no es como se toman vacaciones, aunque supongo que la gente que llegue a leer esto eso ya lo habrá aprendido, para mi es una de mis primeras veces y no estoy acostumbrada a esta manera de viajar. Así que mis disculpas por los errores, uno va aprendiendo.
Aún así con todo dicho los 15 días que pasamos recorriendo Portugal de norte a sur valieron mucho la pena y nos dejaron muchos consejos que nos habría gustado saber de hacerlo nuevamente que compartiremos contigo. Nuestra ruta comenzó en Oporto donde estuvimos 3 días, de allí salimos dirección Lisboa donde alquilamos una furgoneta que nos llevamos por la costa del Alentejo y del algarve hasta Faro y de allí volvimos a Lisboa donde devolvimos la furgo y nos quedamos 4 días. En realidad estuvimos 17 días en el país, pero puedes comprimir nuestra ruta en 15.
Oporto 3 días
Siempre había escuchado hablar de Oporto extremadamente bien y, aunque había visitado Portugal en el pasado (atención, hace unos 15 años) no había salido más allá de Lisboa. En ese momento si que viajaba de guerrera porque en realidad nunca entendí como viaje tanto con el poco dinero que tenía. En fin, que me enredo. Aterrizamos en Oporto un viernes, cada uno veníamos de un destino diferente. Jesper salió de trabajar y tomó el avión con lo que llegó al alojamiento a eso de las 9 pm. Yo por mi lado venía desde Aragón, así que ese viernes salí a las 6 am del pirineo aragonés en coche hasta Zaragoza, de allí en tren hasta Barcelona y de allí en avión hasta Oporto. Conclusión, llegamos ambos hechos una mierda.
Ya habiendo pasado un poco la noche estuvimos 2 noches más en la ciudad y la verdad nos dió para conocerla bastante. Oporto al igual que todo Portugal es muy manejable a nivel de distancias, así que si tienes buena pierna y ganas de caminar tendrás el 90% del problema solucionado.
Nuestra idea era hacer sobre todo el sur del país porque veníamos con ganas de playa, así que no conocimos nada más del norte. Pensamos en tomar un viaje de un día a Guimares pero al final disfrutamos tanto de la ciudad que no nos hizo falta. En Oporto nos alojamos en una habitación de un apartamento que encontramos en Booking por XX la noche. Tuvimos suerte, resulta ser que era el fin de semana del Primavera Sound en la ciudad y al parecer ni nosotros ni los dueños del alojamiento lo sabían cuando reservamos.
Pronto te dejaré con una guía sobre qué hacer en Oporto.
Una escapada a Aveiro y Costa Nova
Una de las escapadas que hicimos desde Oporto fue una corta visita a Aveiro y Costa Nova, dos pueblitos pequeñitos que se pueden visitar en un solo día y en transporte público. La verdad es que el segundo es más un poco por hacerse la foto de rigor y sinceramente yo no lo recomendaría, pero Aveiro, con sus canales y sus barquitos moliceiros de colores, es como una mini Venecia pero sin tanto postureo. Aquí, lo suyo es perderse entre sus callejuelas, probar unos ovos moles (dulces rarísimos pero ricos) y admirar el rollo relajado de la ciudad.
Con una mañana tienes suficiente y a Aveiro puedes llegar cómodamente en tren desde Oporto. Pronto escribiré sobre como llegar y que hacer en Aveiro y Costa Nova.
Recogida de furgoneta de alquiler
Desde allí tomamos un tren a Lisboa donde nos estaría esperando nuestro caballo veloz. No paramos en Lisboa, solo recogimos el coche porque la idea era volver a la ciudad antes de salir ya que aunque aterrizamos en Oporto terminamos nuestro viaje en Lisboa. Muchos lo hacen en Faro, a nosotros simplemente no nos conectaban bien los destinos y aeropuertos. Volvimos a la ciudad al finalizar nuestro viaje. Si estás interesado en alquilar una furgoneta para viajar por Portugal aquí te dejamos algunos consejos.
Setubal y el Parque Natural da Arrábida
Desde Lisboa hicimos nuestros primeros kilómetros hasta la zona de Setubal, en realidad hasta el parque natural que se encuentra al lado, nos habría gustado ir hasta Sesimbra pero las hora no nos daban. Es importante tener en cuenta que aunque las distancias son pequeñas las carreteras también por lo que te puede tomar horas ir de un punto a otro. Setúbal tiene ese aire de puerto pesquero auténtico, donde puedes darte un festín de mariscos fresquísimos, especialmente el choco frito, que es casi una religión aquí. Luego, cuando estés listo para bajar la comida, te das un paseo por las playas del parque, que es una locura de belleza: playas de agua turquesa, montañas verdes y miradores que parecen sacados de una película. La Praia do Portinho da Arrábida es un sueño, pero ojo, que en verano hay que madrugar para pillar sitio.
Hicimos un poco de carretera por la costa y visitamos alguna de las playas cercanas e hicimos noche en el EcoParque de Outao.
La costa del Alentejo
Porto Covo
De allí salimos directamente a la zona del Alentejo y nuestra parada la hicimos en la costa en el pequeño pueblo de Porto Covo. El pueblo como tal es pequeñito, el centro está hecho de poco más de tres calles pero la costa es maravillosa y está repleta de pequeñas calas repartidas a pocos metros de cada una. De hecho hay una ruta de poco más de 3 kilómetros que te permite ir caminando desde Porto Covo por la Praia de Cerca Nova, la Praia naturista do Salto (nudista), la Paraia de Porto Covinho y la Praia de Samoqueira. Si lo que te gusta es caminar aquí es un buen lugar para hacer una parada, la ruta costera es parte de una de las rutas del Camino de Santiago así que el camino hasta Sines está en perfecto estado y pasarás por otras muchas playas más.
En Porto Covo hicimos noche al lado de la playa en un parking de furgonetas sin ningún problema.
Vilanova de Milfontes
Al día siguiente continuamos hacia otro pequeño pueblo de la ruta costera es Vilanova de Milfontes. Podrás hacer la ruta por pequeños caminitos de la costa o saliendo a la principal. Este pueblito en la Costa Vicentina tiene todo lo que necesitas para una parada relajada: playas espectaculares, atardeceres de película y buena comida. De hecho lo usamos como parada para comer. La Praia do Farol y la Praia das Furnas son perfectas para pasar el día, mientras que el río Mira le da ese toque especial para quienes prefieren aguas más tranquilas. Por las tardes, date un paseo por el casco antiguo, con casitas blancas y cafés donde puedes tomarte una Sagres bien fría (si te gusta la cerveza o un vinito si eres como yo).
Calaveiro y el Faro de Cabo Sardao
Siguiendo hacía el sur nos dirijimos ese mismo día al Cabo Sardao, no me preguntéis por qué, pero al igual que me gustan las cascadas me entretienen los faros, así que soy de las que va a visitarlos. Debe de ser un poco esa sensación de estar “al fin del mundo”, no tiene mucho sentido, pero que vamos a hacerle. Al lado del faro hay una pequeña caminata bien señalizada por los alrededores que no te tomará más de 45 minutos.
El faro, construido en 1915, tiene una peculiaridad que pocos conocen: es el único de Portugal donde la puerta principal está orientada hacia el mar, un detalle que, según cuentan, fue un error del arquitecto (pero uno que le da aún más encanto). El faro, aún en funcionamiento, es testigo de siglos de navegación por estas aguas traicioneras del Atlántico. Los acantilados que lo rodean no solo son hogar de cigüeñas que anidan sobre el mar, algo único en el mundo.
Recorriendo el Algarve
Aljezur
Nuestra última parada del día la hicimos en el pequeño pueblo de Aljezur, como su nombre puede indicar Aljezur fue fundado por los árabes en el siglo X, todavía conserva las ruinas de su castillo morisco, situado en lo alto de una colina con vistas panorámicas increíbles, el camino hacía la cima está repleto de callejuelas empinadas de casitas blancas totalmente adorables. Pero Aljezur no se queda solo en historia; sus alrededores son un paraíso natural. La Praia da Amoreira, a pocos kilómetros, es ideal tanto para surfistas como para quienes buscan un día tranquilo entre dunas y mar. Si visitas en otoño, no te pierdas los famosos camotes de la región, que tienen hasta su propio festival.
Allí hicimos un pequeño snack en el mercado y seguimos nuestro camino.
Praia Da Arrifana
Nos acercamos a la Praia Da Arrifana para ver el atardecer. Enclavada en un acantilado imponente, esta playa es un paraíso para surfistas, para llegar tienes que tomar una pequeña carretera que baja desde la montaña en serpiente, si vienes en coche tendrás que dejarlo arriba para evitar colapsar la salida o entrada. En la playa hay restaurantes y pequeños bares así como pequeños negocios donde venden clases de surfeo para aquellos que quieran probar su suerte en el Pacifico. Nosotros no estábamos por la labor, pero abrimos una botellita de vino y unas olivas y estuvimos allí hasta que cayó el sol. Arrifana tiene una historia curiosa: a pocos minutos de la playa, puedes visitar las ruinas de la Fortaleza de Arrifana, construida en el siglo XVII para proteger la costa de ataques piratas. Hoy, es un mirador espectacular desde donde puedes contemplar toda la bahía.
La noche la hicimos un poco más hacía el sur, en una zona muy rupestre que sinceramente no sabría como describirte porque no tiene ni nonbre, pero básicamente nos metimos monte arriba hasta encontrar un lugar donde no molestábamos a nadie ni nadie iba a molestarnos. No nos dimos cuenta del paraiso en el que estavamos hasta que amaneció al día siguiente y nos dejó con una de las mejores vistas de todo el viaje.
Pontal de Carrapateira y Cabo de Sao vicente
De los lugares que visitamos que más nos gustaron fue el Pontal de Carrapateira, con una playa ENORME y un recorrido por el pontal que se puede hacer en vehículo que te va guiando por pequeña calas y miradores. Carrapateira es un sueño para quienes aman la combinación de playas doradas y paisajes agrestes. Aquí, las playas de Bordeira y Amado te ofrecen olas que son un paraíso para los surfistas, mientras que los senderos sobre los acantilados te regalan vistas que parecen salidas de un cuadro. La zona tiene una historia íntimamente ligada a la pesca y a los pastores, y aún puedes encontrar pequeños pueblos donde la vida parece seguir a su propio ritmo, lejos del ajetreo turístico. Atención con las medusas, cuando visitamos vimos varias e n la playa que otros bañistas habían sacado, incluída una calavera portuguesa, altamente venenosa. Así que te recomendamos informarte de la presencia o adentrarte con tu traje de neopreno. En cualquier caso tienes espacio suficiente para disfrutar de la playa, aunque decidas no bañarte como fue nuestro caso.
Luego está el Cabo de São Vicente, que en su día era considerado el “fin del mundo” por los europeos medievales (cuantos fines del mundo habrán tenido…). Este imponente cabo ha sido testigo de siglos de historia marítima, desde navegantes fenicios hasta los grandes exploradores portugueses. El faro que corona el acantilado, construido en 1846, es uno de los más potentes de Europa y un símbolo del dominio sobre estas aguas tan traicioneras. Aquí paramos para ver el atardecer desde aquí es una experiencia casi mística: el sol desapareciendo en el Atlántico, el sonido del viento y el mar, y la sensación de estar literalmente en el borde del continente. Desde aquí inicia una de las rutas de bicicleta más largas de Europa. Tened cuidado con el viento que es traicionero, llevad abrigo aunque sea verano y no os acerquéis demasiado al borde del acantilado por una estúpida foto.
Hicimos noche en algún lugar en medio del Pontal de Carrapatera y el Cabo de Sao vicente, también en una zona alejada de la carretera principal.
Lagos
Lagos, en el corazón del Algarve, es una mezcla perfecta de historia vibrante y un ambiente relajado que invita a quedarse. Este pueblo costero fue uno de los epicentros de la Era de los Descubrimientos, y todavía puedes pasear por las murallas del siglo XVI o visitar el Mercado de Esclavos, uno de los primeros de Europa, que ahora es un museo que cuenta esta compleja historia.
Tengo que reconocer que mucho de lo que vi aquí eran fotos de playas paradisiacas altamente editadas y que lo que vimos no tenía nada que ver. Playas al lado de la ciudad repletas de gente y con un paisaje que dejaba mucho que desear. Quizá tiene que ver el hecho de que hubiesemos pasado ya más de 5 días por playas preciosas en enclaves naturales lo que además decantó la balanza para el otro lado, pero, si me preguntáis a mi, Lagos es un bonito lugar para recorrer pero no para ir a sus playas. Lo que si que caminamos fue la bajada hasta Ponta da Piedade y, de haberlo sabido y habernos organizado mejor, probablemente un pequeño recorrido en Kayak por esa zona habría caído, porque ya un poco más allá de las playas las formaciones rocosas son fuera de este mundo.
Hicimos noche en el Camin de Orbitur cercano a la ciudad.
Ferragudo, Carvoeiro, Playas de Albufeira y Vilamoura
Desde Lagos salimos al siguiente día a hacer una pequeña parada en Ferragudo, del que no esperabamos nada pero nos gustó bastante con sus casas blancas amontonadas frente al río Arade. Ferragudo aún mantiene ese ambiente pesquero que te encontrarás más bien poco por esta zona del Algarve. Tengo que decir que le tenía muchas ganas al sur del país y conforme avanzabamos me iba desilusionando un poco ya que tiene más ambiente de benidorm que de la Costa Brava que quizá era lo que tenía yo más en mi cabeza. En todo caso Ferragudo fue un pequeño oasis para hacer una parada y olvidarnos de los alrededores.
Desde allí salimos a Carvoeiro pero únicamente a visitar la Praia do Carvalho que nos llamó mucho la atención ya que su entrada se encuentra un poco escondida y hay que acceder por un tunel que encontrarás llegando a mano izquierda. Después de pasadas unas horas de tomar el sol salimos dirección Albufeira con la meta de llegar a las playas dos Piratas y de Ponta Pequenha, a las que se accede solo caminando dejando el coche en una pequeña callecita colindante. La verdad, una caminata sencilla y por un paisaje precioso, en total ida y vuelta entre las pequeñas calas habrá sido unos 45 minutos. Aquí las calas se ven desde la parte superior, si queres acceder a muchas de ellas tendrás que hacerlo desde la Praia de Sao Rafael
Dormirmos en Praia dos Tomates. una playa gigantesca de color rojizo con un parking enorme cerca de Vilamoura.
Faro y la Ilha da Armona
Faro, la capital del Algarve, tiene un aire relajado y auténtico que combina historia, cultura y naturaleza. Su casco antiguo, rodeado por murallas moriscas, es un laberinto encantador de calles adoquinadas que te llevan hasta la Catedral de Faro, con su campanario que ofrece vistas espectaculares. También está el Arco da Vila, una puerta del siglo XIX que conecta la ciudad con su pasado medieval. Faro es más que un lugar de paso; su ambiente tranquilo, los cafés locales y su mezcla de influencias moriscas y portuguesas la hacen un destino ideal para exploradores curiosos.El rollo de Faro me gustó mucho más que lo que habíamos visto hasta ahora y de hecho allí pasamos una noche en un parking para furgonetas bastante básico pero con lo que necesitabamos. Después de recorrer la ciudad nos enteramos de la existencia de las islas del Parque Natural de Ría Formosa, un ecosistema protegido que abarca lagunas, islas y dunas en la costa del Algarve.
Nuevamente no haber investigado demasiado nos jugó una mala pasada porque este parque me pareció una joya natural que tranquilamente me habría quedado muchos más días a recorrer y disfrutar, hogar de una impresionante biodiversidad, incluyendo aves migratorias, mariscos, y plantas autóctonas. Así que para no quedarnos con las ganas visitamos al menos una de las islas que podíamos desde el puerto. La Ilha da Armona, a solo 20 minutos en ferry desde Olhão, ofrece un ambiente relajado, nada que ver con el resto de playas de la zona, sin coches ni ruidos urbanos, donde el tiempo parece moverse más lento. La playa principal, junto al muelle, tiene aguas tranquilas ideales para familias, mientras que, si caminas hacia el otro lado de la isla, encontrarás playas más salvajes con vistas al océano Atlántico, te recomiendo que hagas lo segundo ya que mucha menos gente termina allí. La Ilha da Armona es un rincón perfecto para quienes quieren sentir el Algarve más auténtico, rodeados de naturaleza y lejos del bullicio con algunas lenguas de arena que no tienen nada que envidiarle a Filipinas.
Esa noche salimos dirección a Tavira y dormimos en Santa Luzia.
Santa Luzia, Tavira y Ilha de Tavira
Santa Luzia es conocida como la “capital del pulpo” en Portugal, es un pueblito pesquero lleno de encanto y sabor. A solo unos minutos de Tavira, este lugar es un paraíso para los amantes de la comida marina y da para una pequeña caminata de unos 30 minutos por el centro y por su paseo marítimo, bordeado de pequeñas embarcaciones y casas tradicionales. Después de desayunar salimos direción Tavira la que para mi es una de las ciudades más bonitas del Algarve, con un encanto histórico que te atrapa desde el primer momento. Sus calles adoquinadas, iglesias barrocas y el río Gilão dividiendo la ciudad en dos, le dan un aire romántico único. No te pierdas el Puente Romano, que conecta ambos lados del pueblo, ni el castillo, desde donde las vistas son espectaculares. Tavira es ideal para perderse entre sus rincones, visitar su mercado local y probar un buen pastel de nata con café en alguna de sus terrazas.
Como queríamos seguir descubriendo un poco más esa zona del Algarve que tanto n os estaba gustando pero ya era nuestra última noche por la zona aprovechamos la tarde para visitar la Ilha de Tavira, otra isla paradisíaca dentro del Parque Natural de la Ría Formosa. Sus playas de arena dorada y aguas cristalinas son perfectas para una tarde de sol y mar.
Día de ruta parando en Alcacer do Sal a hacer noche
Saliendo desde Tavira tomamos rumbo al norte, aún nos quedaba una noche y no queríamos hacer todo el recorrido de un tirón ya que la intención era evitar peajes a la vez que evitar madrugar. Además teníamos que ordenar un poco nuestras cosas, limpiarnos y limpiar el coche, por lo que ambos coincidimos que lo mejor sería encontrar un punto lo más norte posible en la ruta que nos permitiera descansar y terminar nuestra ruta en furgoneta sin tener que salir corriendo. Durante un día entero andamos por carretera, con calma y con destino Alcacer do Sal donde encontramos un Camping público que tenía todo lo que necesitábamos y allí hicimos la última noche antes de devolver la furgo en Lisboa a la mañana siguiente.
Lisboa 4 días
Terminada nuestra ruta devolvimos la furgoneta y nos quedamos en Lisboa durante 3 noches en una preciosa habitación de un airbnb compartido que sinceramente nos salió a muy bien precio y estaba bien localizado. Yo ya había estado en Lisboa hacía muchos años, así que mi intención no era volver a repetir lo típico, pero pronto me de cuenta de que no recordaba apenas una parte de la ciudad así que durante esos días caminamos unos 20 kilómetros al día de lado a lado.
Lisboa es una ciudad con contrastes interesantes: moderna pero con alma antigua, vibrante pero relajada. Su historia se respira en el barrio de Alfama, con sus callejones empedrados y fado saliendo de las ventanas ¿sabías que Lisboa fue casi destruida en 1755 por un terremoto, un tsunami y un incendio? De ese caos renació una ciudad más moderna, gracias al visionario Marqués de Pombal.
Si ya has visitado los clásicos como la Torre de Belém o el Elevador de Santa Justa, puedes encontrar lugares un poco menos concurridos como la LX Factory, un espacio lleno de arte callejero, tiendas independientes y cafeterías hipster que está en una antigua fábrica. O visita el Miradouro da Senhora do Monte, un mirador con vistas increíbles pero mucho menos abarrotado que otros. ¿Y qué tal una tarde en el barrio de Graça, probando pastéis de bacalhau con un buen vino verde?.
Hicimos muchas cosas en Lisboa, aquí tienes una guía completa para visitar Lisboa.
Sintra
A solo 30 kilómetros de Lisboa, Sintra es un destino mágico y lleno de historia que puedes visitar en menos de una hora en tren desde la estación de Rossio. Este pintoresco pueblo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, combina preciosos paisajes y arquitectura romántica.. Entre sus lugares destacados encontrarás el archiconocido Palacio da Pena, o la Quinta da Regaleira, famoso por su supuesto pozo iniciático así como el Castillo de los Moros, que cuenta con murallas medievales que ofrecen panorámicas espectaculares. Históricamente, Sintra fue refugio de la realeza portuguesa y centro de poder desde la época medieval. Sus palacios y jardines, influenciados por el estilo romántico del siglo XIX, la convirtieron en un destino emblemático. Pronto terminaré la guía para saber cómo llega ry que visitar en Sintra porque tenemos opiniones muy encontradas al respecto de lo “típico” pero descubrimos lugares que nos encantaron y nos gustaría enseñároslo.
Sintra fue de nuestras últimas visitas antes de partir del país.
Hicimos algunas otras paradas por carretera porque simplemente nos llamaban la atención, pero no vamos a dejar aquí cada punto en el mapa porque es complicado pero esperamos que os sea de ayuda para planificar vuestro viaje por Portugal. Recuerda que puedes ver la guía sobre consejos para alquilar una furgoneta en Portugal y puedes dejar cualquier duda o actualización en los comentarios.
¡Buen viaje!