El avión llegó a tiempo… por la mañana. Aunque no pueda quejarme del servicio, de las doce horas conseguí dormir como mucho cuatro. Llegamos a Sao Paulo y el día ya asomaba. Hicimos los trámites de sellado en inmigración y salimos al aeropuerto, estaríamos poco más de 24 horas en la ciudad así que nos dispusimos a hacer una ruta rápida por lo que nos pareció más interesante.
Lo primero que nos sorprendió fue el precio de las cosas, sinceramente bastante elevado. El cambio a reales en el aeropuerto es casi un robo a mano armada. Entre la comisión, y lo que se quedan por ser guapos, se guardan unos veinte reales para ellos mismos -casi diez dólares-. Aunque no queríamos gastar mucho tampoco queríamos quedarnos cortos.
Por casi cinco reales consigues un bus en el aeropuerto que te deja en la estación de Tatuape. De allí normalmente tienes que moverte en metro -al menos hasta el centro- para poder disfrutar de algo. Centramos nuestra visita en los alrededores de la Plaza República, a donde llegas con el billete unitario de tres reales. De allí, y en un día largo, caminamos lo inimaginable por la ciudad.
Para seros sinceros, Sao Paulo es una ciudad ruda; de esas hechas a trompicones y sin amor alguno. Tiene la suerte de tener algunos rincones -más que de agradecer- donde se respira verde y vida…
El Mercado municipal
Ya lo hemos dicho muchas veces, somos especialmente fans de los mercados. El mercado de Sao Paulo no iba a ser la excepción, un lugar estupendo para comer, frutas y comida de todo tipo, especias, pescados… Nos encanta la mezcla de color y olor de estos lugares.
Si lo que hay es hambre de verdad en el segundo piso encontraréis comederos en los que se puede comer o desayunar por un módico precio.
Praça da Sé
Una plaza encantadora localizada en lo que es más conocido como el kilómetro cero de la ciudad. El centro geográfico de la monstruosa Sao Paulo ha sido también escenario de muchos de los momentos históricos del país. Justamente en la plaza encontráis la imponente Catedral da Sé y desde allí os podéis mover por el centro de la ciudad.
Parque da Aclimação
Este parque cuenta con una historia de abandono que siempre nos ha llamado la atención en los lugares urbanos. Fue adquirido por la municipalidad de Sao Paulo en 1939… desde entonces fue prácticamente abandonado. En él existían un Zoológico y un parque de diversiones que acabaron por desaparecer. El lugar sufrió una gran cantidad de cambios hasta la década de los 70’s además de pasar por problemas de seguridad y drogas hasta tal punto en el que el gobierno público una declaración en la que recomendaba a la población no visitar el parque, incluso de día.
Después de algunas reformas el parque volvió o la vida y se incluyo en el un zoológico conocido a nivel nacional pero debido a que un león ataco a uno de los trabajadores y una anaconda gigante consiguió escapar cerraron las atracciones nuevamente.
El parque volvió a recuperarse pero nunca recupero su fama nacional y actualmente es altamente visitado durante los fines de semana, principalmente por personas del vecindario. Sin duda una historia particular para uno de los pulmones verdes más importantes -y de los pocos que tiene- de la ciudad.
La avenida Sao Joao
La avenida Sao Joao es una de las vías más importantes de la ciudad y aunque suene contradictorio se trata de una vía completamente hecha para peatones. Entre sus puntos más reconocidos se encuentra el edificio o Altino Arantes, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad y el séptimo en altura de todo el país.
Como dato curioso es importante saber que su diseño inicial fue alterado para que se pareciera al Empire state Building de Nueva York.
El parque do Ibirapuera
Pulmón de la ciudad por excelencia, el mayor y más reconocido parque de la ciudad, nosotros nos decantamos por caminar por el Aclimacao, pero más que nada por fetiche y por historia, apenas nos quedo tiempo para merodear por aquí pero si tenéis tiempo o preferís su localización sin duda lo recomendamos.
Antes del anochecer quisimos volver al aeropuerto. Sinceramente no quería encontrarme de noche en una ciudad de tan poco aire fresco. Fue difícil encontrar comida a un precio accesible. Así que, a base de supermercados, barras de baguette y bocadillos hicimos el día. Dormimos unas pocas horas y de allí partimos a Buenos Aires. Este sería nuestro último avión antes de llegar al inicio de la ruta.