Llegamos a Puno a eso de las doce del medio día. El chico del bus intentó venderme un pasaje para Cuzco por cuarenta y cinco soles -rebajado-… a lo que dije que no. En realidad le dije que no como cinco veces, lo que aún me hacía negarme más hacia la cuestión.
Desde allí saldríamos directamente hacia las islas. Un grupo de Israelíes iban con nosotros en el bus y nos acompañarían también en el viaje a las islas. Desde ese día entendí por qué tanta tirria y recelo hacia este grupo de gente…
Hay varias cosas a decir en un inicio:
La primera es que se trata de casi adolescentes -de veinte a veintidós años- acabados de salir del ejército, con una percepción bastante “curiosa” de la vida. Muchos de ellos ven en el ejército la única y válida salvación de su país… bla, bla, bla.
Lo segundo es que viajan en grupos de ocho en adelante. Si uno de ellos puede llegar a ser molesto, imagínense ocho. Pasaría lo mismo si habláramos de los alemanes borrachos que llegan a las costas de Mallorca o de los grupos de Hooligans que aterrizan para los partidos en cualquier ciudad.
La cuestión es que son REALMENTE molestos, hasta el punto en el que pueden sacarte de tus casillas. Niñatos irrespetuosos y altaneros… en conclusión, MOLESTOS.
Ahora comprendo por qué muchos lugares les niegan la estadía -aunque comprendo que no se debe generalizar-. Muchos de ellos han tenido problemas con estos grupos… ¡La vida es injusta! A mí como colombiana me revisan hasta el culo cuando cruzo las fronteras, aunque yo poca cosa haya hecho. Pues bien, a ellos no los quieren en ningún país de Sudamérica. Como bien decía una mujer: Vienen, no quieren pagar, piden de todo, son maleducados y cuando se van lo dejan todo destrozado.
Así es, ese es el retrato del israelí medio que viene por estos lares. El caso se torna totalmente opuesto cuando hablamos de viajeros más solitarios -en pareja, sobre los veinticinco años-. No solo en su comportamiento, si no en su manera de pensar. Se atisban más de dos dedos de frente en sus frases y se pueble hablar abiertamente con ellos.
Bien, retomando el hilo, nos dirigimos a las Islas de los Uros con estos personajes. No pararon de hacer bromas despectivas al conductor del barco, al que llamaban repetidamente “amigo, amigo”; como si de un esclavo se tratara. El viaje con semejante compañía se tornó en desagradable, y cada dos minutos yo tenía que morderme los labios.
Tardamos unos veinte minutos en llegar al “complejo”. Allí todo visitante paga una entrada que, supongo, servirá para colaborar con la comunidad. Las Islas desde lejos lucen como una obra arquitectónica imposible: más de setenta y dos islas flotantes se divisan, hechas en su totalidad de totora y con hermosos barcos anclados a sus orillas. Los colores también sorprenden y las preguntas abundan.
En nuestro caso paramos en una de ellas, donde sus habitantes ya nos esperaban para preparar todo el penoso teatro… Todas mis preguntas y curiosidad se fueron a los suelos al ver semejante espectáculo, decadente y triste. Gente pretendiendo vivir tras el telón, para mostrar al grupo de veinte turistas lo que era ser un Uro. He de decir que nuestro anfitrión fue más que agradable,. Mientras tartamudeaba un poco iba explicando el cómo, el cuándo y el porqué de los Uros. Nuestros amigos los israelíes se reían de su tartamudez y yo volvía a quemarme por dentro, pensando en qué tipo de obligación tiene este buen hombre en vivir de esta manera.
¡Es triste! Según nos contaba, antes vivían de la pesca… ahora –dice- es imposible debido a la competencia. La verdad es que supongo que el turismo mierder –como he querido llamarle- sale más a cuenta que salir a pescar y, de esa manera, la dignidad de toda una etnia se pierde en un corto periodo de tiempo.
Mientras ellos nos explicaban cómo se construyen las islas -de una manera muy educativa y agradable-, las mujeres ofrecían todo tipo de artesanías. Nuestro viaje duró menos de una hora. Durante ese lapso de tiempo algunos compraban… otros no… Algunos se montaban en el barco ceremonial por unos cuantos pocos pesos más… otros… ¡esperábamos en la orilla a que el teatro se terminara!
A otros nos habría gustado ver la realidad. Nos habría gustado compartir opiniones y hacer preguntas. Nos habría gustado conocer un pueblo orgulloso. Por desgracia, el turismo ha matado todo lo que yo vi. Espero que en alguna de esas setenta y dos islas quede un poco de realidad -aunque yo no pueda verla- y que siga su curso durante muchos años.
Me quedan las sonrisas de las niñas vestidas con sus alegres colores… solo espero que al menos eso sea verdadero.
12 Responses
Felicidades por tu publicación, me gusto y efectivamente es una de las más completas que he leído
Muchas gracias por compartir este tipo de información
Hola quería consultarte con cuanta plata viajaron quiero ir a bolivia y un poco a Perú. Gracias
Buenas Macarena,
Aquí tienes todo nuestro presupuesto de viaje
https://unpocodesur.com/presupuesto-mochileros-sudamerica/
Saludos!
No se puede generalizar, pero cuando en muchos países se tiene esa concepción negativa de los jóvenes israelitas, por algo será…
Bueno, en realidad no se trata de donde vengan sino de como viajen, por lo mismo hice la comparación con los grupos de alemanes en mallorca o los grupos de ingleses en Salou, son todos igual se repulsivos.
Hola! Estamos en Puno ahora mismo y fuimos hoy a las islas Uros. Turismo “mierder” total!!!!! Una cutrada, montadisimo al turista cutre!!!!! Pesimo…. Esleraba muchisimo mas! Es una pena! Pero bueno… Sigue sendolo interesante y bonito!
Y de los israelíes… Hace mucha rabia la verdad! En mayoria muy irrespetuosos y arrogantes, aunque aqui en Peru,conocimos un señor muy buena gebte de alla!
Saludos de una brasileña mochilera! 🙂
Hola. Gracias por compartir tu experiencia. Quisiera saber unas cositas, pues planeo ir a fines de diciembre y principios de Enero.
1. Cuales son los costos en Puno para alojamiento, visitar las islas en los botes, ingresos, comida, agua?
2. Vale la pena visitar Copacabana?
De antemano les agradezco en lo que me puedan ayudar 🙂
Es, triste, tanto turismo. Dentro de mi quise creer muchas cosas, que la razón me dice que no son ciertas, pero quise creerles para no sentirme tan mal.
Me quedo con los lindos colores de sus ropas y las sonrisas. Y yo si me subí al barquito para ir a la isla principal, aun mas turística :/ solo por la promesa del sello de los Uros (ni modo, soy una ávida coleccionista de sellos en mi pasaporte).
Si, nos topamos en Uyuni con jóvenes israelíes y resultaron insoportables!!! En realidad van de vacaciones a Bolivia porque es muy barato pero no aprecian nada y se mofan de todo. Pero lamentablemente no solo los israelíes son así, también nos encontramos con algunos argentinos y brasileros con actitudes parecidas. Por suerte es una minoría.
Evidentemente. Por suerte mucho antes, en chile, nos topamos con una pareja de israelíes jóvenes, ambos muy amables y respetuosos. Gracias a ellos nos quitamos el estereotipo rapidito pero volver a verlos en manada como nos paso en Los Uros fue horroroso. Como bien dices tu, también he visto gente de otros lados haciendo lo mismo. Vergüenza debería darles a todos.
Gracias por tu visita Dorinda! 😉 Espero volver a verte por aquí!
Hay los irrespetuosos jóvenes israelíes con sus aires de superioridad!!!! Coincido contigo en que son insufribles aunque también he visto esta misma actitud en jóvenes argentinos y brasileros. En realidad van a Bolivia de vacaciones porque les sale más barato pero no aprecian nada.
Es la triste realidad de algunos pueblos indígenas latinoamericanos. Abandonados por nuestros gobiernos, no tienen otra salida mas que procurar sobrevivir de alguna manera. Y estos indígenas son afortunados. Si en sus tierras existiera algún tipo de riqueza, hace mucho el gobierno y los poderosos los habrían exterminado para quedarse con todo. La triste realidad de nuestra Latinoamérica.