Popayán, la perla del sur

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¡Frío, frío, frío!

Llovía y llovía conseguimos un bus a Popayán por 17.000 pesos cada uno, por el camino nos comimos un par de deliciosos mangos verdes con sal (ya casi ni me acordaba de ellos) y después de llegar hasta nuestro contacto, lo cual nos costo infiernos con las direcciones, la poca luz, la lluvia y las malas indicaciones de varios transeúntes… Nos dirigimos al mercado a hacernos con provisiones. Íbamos a quedarnos al menos un par de días, queríamos recorrer la ciudad sin prisas, no podríamos irnos muy lejos, estábamos un poco cansados de buses, taxis compartidos y demás vehículos motorizados.

La casa donde nos hospedamos era de una asociación de lucha por los derechos de los campesinos, pudimos interactuar poco con los ocupantes, todos parecían ocupados y tener sus planes, mantuvimos algunas pocas conversaciones con un par de ellos pero sobre todo les agradecimos el poder quedarnos allí.

A lo largo de nuestras caminatas por la ciudad nos encontramos con eventos patronales, pequeñas fiestas, danza y comida, asados y gente increíblemente amable. Nos invitaron a comer y a beber y Jesper pudo ver, por primera vez y sin filtros, lo que es la cumbia y como se baila de la mano de la asociación.

Tuvimos tiempo suficiente para recorrer Popayán, el centro histórico es pequeño y fácil de caminar.  La lluvia nunca paró  a lo largo de los días que estuvimos por allí pero la ciudad seguía siendo de un color blanco impoluto. Popayán es patrimonio cultural del país, principalmente por sus procesiones de semana santa declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco. No tuvimos la suerte de verlas pero oimos mucho sobre ellas.

No nos cansamos de cruzar el Puente del humilladero, preciosa obra arquitectónica, recorrimos sus callejuelas hasta dar con la famosa Torre del reloj o subir hasta el Morro del Tulcán antiguamente lugar sagrado indígena y actualmente casa de una gigantesca estatua, sus vistas valen la pena la caminata.

Las calles coloniales de la ciudad dan para perderse un buen rato. Como siempre disfrutamos del mercado y su comida, de la plaza, los puentes, las montañas.  Caminamos y caminamos durante dos días sin un rumbo fijo. Nos enamoramos nuevamente del maíz y del arroz, pensamos si después de tantos meses finalmente nos tendríamos que comprar un paraguas (pero solo lo pensamos) y volvimos a casa agotados pero felices.

Sigue leyendo: San Cipriano, camino a lo salvaje

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2 Responses

  1. Estuve en Popayán recientemente.Les recomiendo el hostal Le soleil cerca
    al museo de historia natural y el pueblito Patiño. Excelente atención y delicioso desayuno. Guía turística con excelentes concejos para visitar el Cauca. No olviden la gastromia local exquisita. Buena elección

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