*Lee sobre nuestro paso por Ipiales aquí
Salimos de Ipiales despidiéndonos con abrazos y sin saber muy bien lo que nos deparaban los próximos días. Mis recuerdos aún no hacían su labor ya que nunca tuve la posibilidad de conocer muchos de los lugares que visitaría a lo largo del mes en Colombia.
Pasto seria nuestro siguiente destino. el billete de bus nos costo 11.000 pesos a ambos (después de regatear) y lo primero que nos dijeron fue que tuviésemos cuidado alrededor de la estación de bus.
En cuanto llegamos sacamos algo de dinero, compre una tarjeta SIM para poder estar en contacto con la parte de mi familia que en ese momento pisaba el mismo suelo que el mío y buscamos donde dormir. Como siempre hicimos bastante caso omiso a todas las recomendaciones acerca de seguridad y apenas nos cargamos las mochilas al hombro fuimos directos a los alrededores de la estación donde varios carteles anunciaban hoteles y hospedajes.
Justo en cuanto llegamos nos enteramos del gran acontecimiento de pasto que lamentablemente ya nos habíamos perdido. el imponente carnaval de negros y blancos que se realiza del 2 al 7 de enero y que incluye todo tipo de desfiles y locuras inimaginables.
Lamentablemente era muy tarde y por el momento no nos quedaba mas que seguir nuestro camino. Necesitaríamos un hostal primero.
Encontramos el Hotel Paola donde por 9000 pesos por persona disponíamos de una habitación doble privada con un cuartito de baño. Todo muy humilde y simple pero perfecto pasa nosotros. La estación esta lejos del centro, pero se puede ir perfectamente caminando. Así que en media hora nos plantamos en el centro histórico de edificios blancos y tiendas abarrotadas. Llovía. al parecer desde que pisamos Colombia la lluvia quería hacerse notar y fue justamente la lluvia la que frustro nuestra salida a la Laguna de La Cocha incluso aunque lo intentáramos dos días seguidos y con especiales dificultades para encontrar el taxi colectivo que sale desde el centro de la ciudad. Nunca se lleno (no había suficiente gente) seguía lloviendo y decidimos que quizás, no seria el mejor momento y no podríamos disfrutarlo de la misma manera.
Estuvimos en Pasto dos días cocinando en la habitación con nuestro hornillo y desayunando huevos y cafe con leche a medio camino del centro y el hotelito. Fueron relajados pero sobre todo fríos y la decisión de marcharnos vino después de conseguir un contacto en Popayán donde poder dormir y así, descansar con mas tranquilidad algunos días mientras seguíamos subiendo. No habíamos visto mucha lluvia, no teníamos prisa por verla parar.