Después de la experiencia en el campo base del Rakaposhi y de nuestra despedida de Minapin y Osho, volvimos a Gilgit, el que será el punto central de cualquier viaje por el Gilgilt – Baltistan. Esta vez nos alojamos en otro lugar, un pequeño edificio llamado Ahmed Guest House por 1200 la noche, sin agua caliente pero con un WiFi perfecto
Gilgit se convirtió en el punto de encuentro con el mundo, internet, electricidad y descanso asegurado. Después de un par de días trabajando y de hacerle un cambio de aceite a la moto salimos hacía nuestra siguiente etapa, teníamos pensado hacer la ronda pasando por el valle de Astore, cruzando el parque nacional Deosai, llegando hasta a Skardu y de vuelta a Gilgit. Unos cuantos kilómetros en ruta destapada y a alturas importantes.
Comenzamos nuestro camino hacía Astore por el valle, un paisaje impactante que recorre la ladera del rio, un valle que ocupa un total de 120 km de largo del que nosotros no veríamos ni una cuarta parte, nuestros destinos eran distintos.
Después de unas 5 horas en la moto llegamos a Astore bajo una intensa lluvia, pasamos un control de pasaporte donde no comprendían que hacíamos con una honda 125 en esos parajes (curiosamente, la misma moto que todos conducen). Nos pidieron un papel, un papel que al parecer debimos haber recibido al cruzar el Babusar pass pero que, probablemente por haber pasado desapercibidos, nunca llegamos a tener en nuestras manos.
La lluvia no paraba, así que los policías nos dieron refugio y un par de tés calientes en su pequeña casetita. El checkpoint se encontraba aún a unos 4 km del centro urbano y uno de ellos, una vez paro de llover, nos escoltó en su moto hasta la estación de policía de la ciudad, donde deberíamos volver a registrarnos.
Nuestra Bestia tuvo momentos duros, en medio de la ciudad Jesper por poco le da la vuelta 180 grados al intentar subir una cuesta y perder contra ella, un par de transeúntes corrieron a ayudarnos y a empujar la moto cuesta arriba. Llegamos a la estación de policía, hicimos nuestro registro de pasaporte y nos preguntaron donde iríamos en los siguientes días a lo que respondimos con información inconclusa, realmente no teníamos claro cuando seguiríamos adelante, sobre todo si el clima seguía como seguía.
Justo en frente de la estación de policía hay una guesthouse que recibe extranjeros, las habitaciones son cómodas y están en buen estado, también tiene un restaurante donde se puede comprar algo de comida a la hora del Iftar, pagamos por una habitación doble 1000 rupias.
A la mañana siguiente tuvimos suerte, si bien no salía el sol, parecía haber escampado, tomamos la moto y salimos por los alrededores hasta Rama Lake por otro camino destapado. La moto nos llevó hasta un punto en el que decidimos dar vuelta atrás, aparcarla y seguir caminando hasta el lago. Estábamos solos, no había una sola alma más por el camino, el lago estaba cubierto de nieve que se derretía conforme llegaba el verano.
Poco a poco la temperatura comenzó a caer y la lluvia anunció su vuelta. Volvimos caminando a la moto y de allí a la habitación. Por la noche, con hambre en el cuerpo salimos a caminar por Astore, no tenía nada que ver con ese Karimabad animado que habíamos conocido hace unos pocos días. Para colmo la electricidad no había hecho su presencia en todo el día, al parecer problema de las fuertes lluvias y caminar por Astore, siendo mujer y a oscuras significaba ser la única. Los pequeños pueblos de Pakistán de noche son una buena manera de mostrarle a alguien como luciría un mundo sin mujeres, y dejadme deciros que asusta.
Finalmente entramos en un restaurante iluminado con velas encima de las mesas, todos me miraban anonadados mientras nos sentábamos a pedir comida, recordad que en algunos lugares nos enviaban a “la zona familiar”, por el aspecto del lugar no parecía ser que dispusiese de esa zona o que hubiesen visto una mujer dentro del local en una buena cantidad de tiempo.
Pedimos cualquier cosa sin picante que pudieran realizar, la comida estaba deliciosa, al final la atmósfera tensa se torno en amigable, un grupo fumaba en la parte de atrás mientras comía en el suelo mientras reían. Terminamos nuestra comida y volvimos al hotel, la electricidad aún no se dejaba ver y mañana iba a ser otro día.
Nos despertamos temprano con la intención de marcharnos, la niebla se había dispersado y era una buena oportunidad, justamente nos enteramos de que el parque Deosai había abierto su puerto de montaña al paso de motos y 4X4 hacía apenas un par de días, era momento de seguir por el camino.
Nuestra siguiente parada, el parque nacional.