Nuestro tiempo de Pacífico llegó a su fin y era hora de dejar la arena, las picadas de mosquito y la tienda de campaña para otro día. Salimos de Mompiche y tomamos un bus hacía el norte; Esmeraldas, que nos costo 3 dólares por persona.
Una vez allí hicimos la conexión con Quito por 8 dólares, un bus nocturno que nos dejaría en la urbe en plena madrugada.
En efecto llegamos a a Quito a las 6 am a la ajetreada estación de buses de Quitumbe, nunca imaginamos que sería hora punta (pero punta, punta) y subir en un bus iba a tener cierta dificultad. Compramos nuestros billetes mientras rechazábamos el ofrecimiento de un taxi y asumíamos que tendríamos un largo trecho hasta llegar al centro histórico que era nuestro destino.
Quito nos recibió con una mala sorpresa, la agresividad de la parada de bus nos dejo un poco asustados, ¿iba Quito a gustarnos?
Subir al bus y con mochila era tarea imposible, por cada parada de bus pasaban varias lineas y la gente se amontonaba esperando al bus siguiente sin dejar pasar a los del primero, era horrible, empujones y apretones por todos lados.. Fue justo en ese momento en el que a Jesper le robaron la cartera (o eso suponemos) de hecho, no es de mucha sorpresa… no hay mejor momento que ese…. Lo que más dolió fueron los billetes de otros países que guardábamos allí y que ya no recuperaríamos… Seguimos en el bus pensando en el dolor de cabeza de hacer la denuncia para tarjetas y dni, por suerte los pasaportes estaban sanos y a salvo en mi maleta mientras yo seguía preguntándome si haber hecho parada en Quito había sido una buena idea.
Después de unos 40 minutos de apretado bus llegamos al centro y deambulamos en busca de un lugar para dormir, como siempre, Lonely planet miente pero la usamos para ir hacia los lugares donde, seguro, encontraríamos más y mejores opciones. Nos guiamos hasta un hostal llamado la La Posada Colonial y por cultura general preguntamos, pero los precios, como todo lo que anuncia Lonely Planet, superaban nuestras posibilidades. Justo en el otro lado de la acera, bajando un poco la calle J Paredes, encontramos un hotel muy humilde. No recuerdo el nombre pero si que la habitación privada nos costo 6 dólares por persona. El lugar está a dos calles de la Plaza Santo Domingo, es decir, en pleno centro.
Teníamos una habitación enorme de cara a la calle con dos camas dobles y internet. El baño compartido y un par de chicas de lo mas risueñas que nos ayudaron en todo lo que necesitamos. El dueño tiene una pequeña tienda en la parte de abajo del hotel para las necesidades básicas y alquila un local adyacente para un negocio familiar de cocina que funcionaba al medio día, así que nos dejaba usar esa misma cocina por la noche con lo que nos ahorrábamos aún más dinero.
Estábamos cansados, el mal de altura se hacia notar, llegar en un mismo día de la costa ecuatoriana a la alta montaña no era fácil y nuestros ánimos y ganas nos obligaron a pasar el primer día metidos en la cama con dolor de cabeza y cansancio extremo.
El día siguiente lo usamos para deambular por el centro urbano. Justo al lado del hotel había una lavandería donde pudimos reponer de buen olor toda nuestra maleta y un poco mas arriba una panadería y carnicería que nos sirvió de provisiones a lo largo de nuestra estancia.
El centro es precioso y Quito un lugar acogedor, La plaza de Santo Domingo y sus soleados atardeceres nos mantuvieron entretenidos varios días. Los mercados colindantes y los parques cercanos más de lo mismo.
Finalmente nos dimos un capricho y visitamos la Fundación Guayasamín. Una visita mas que recomendada para todo aquel que quiera alegrarse un poco la vista. El trole bus nos llevo hasta la parte de abajo de la montaña y después de una buena caminata de una media hora cuesta arriba llegamos a las puertas. La entrada cuesta 6 dólares por persona, pero creo recordar que si vas los domingos es entrada gratuita y necesitas tiempo suficiente para ver el museo y la casa. La visita es guiada, (si quieres y te apetece) y merece la pena ya que las historias detrás de cada cuadro son algo digno de conocer. Guayasamín y su estilo no dejan indiferentes y sus obras son conmovedoras y llamativas. Nos encanto. Nos gustaron sus escritos, sus pensamientos y sus colores.
De vuelta paramos en el parque del Panecillo y disfrutamos de las vistas, comimos una deliciosa sopa en un pequeño mercado y volvimos al hotel. Después de 4 días era tiempo de despedirnos de Quito y seguir nuestro rumbo al norte.
Si estás buscando consejos para viajar a Quito no dudes en pasarte por aquí.
Un comentario
Icreíbles lugares! Qué ganas de conocer Ecuador!