Llegamos a los Andes y aún era temprano. Nos costaba hacernos a la idea de que sería la última vez que cruzaríamos la frontera chileno-argentina y de que este sería nuestro adiós al primer primero de estos países.
Los Andes es un pueblo pequeño. Comimos algo rápido y nos dispusimos a preguntar cómo llegar al paso fronterizo. Tomamos un colectivo el cual resultó ser un taxi compartido con parada -de lo mas especial- que por 600 pesos nos dejó al lado de un parador, saliendo de la ciudad en dirección argentina. El parador estaba muerto. De no ser por que habían dos bomberos al lado del puente parando el tráfico, mientras pedían dinero para comprar un helicóptero para la ciudad -sí… así… ¡pimpam!-, nadie nos habría ni mirado.
Estuvimos hablando unos minutos con estos bomberos. Al parecer su trabajo es voluntario. Tengo curiosidad por saber cómo funciona este voluntariado. Sobre todo por entender la diferencia que representa con el cuerpo de bomberos español, por ejemplo. Así que si alguien conoce más datos, ¡que me los comunique!
Después de un corto tiempo un camión paró. Su conductor, Victor, nos acercó unos diez kilómetros hasta la última estación de servicio. Pensamos que sería tarde para seguir intentándolo, pero resultó ser que el paso fronterizo se encontraba en obras. Por motivos de circulación, la única manera de cruzar desde Chile era a partir de las diez de la noche. ¡Putada! ¿Por qué? Muy sencillo: la gente no suele levantar de noche. Además eso significaba que tendríamos que estar, como mínimo, hasta media noche intentándolo hasta darnos por vencidos. Si no teníamos éxito tendríamos que quedarnos allí hasta las diez de la noche del día siguiente, en el mejor de los casos. ¡La cosa no pintaba demasiado bien!
Esperamos en la estación por un corto rato. A lo lejos, cargando gasolina, veía un furgón de la PDI: la policía fronteriza. Uno, que no es tonto, imaginaba el destino. Así que practiqué mi cara de perro sin hogar y mi simpatía aplastante… medio los miré mientras salían despacio…hicimos ojitos y por algún extraño motivo… nos subieron al auto.
Siendo ellos policías muchas veces te imaginas que no podrán parar… pues bien, teníamos un furgón nuevo y vacío para nosotros solos. Esa no fue la única sorpresa. En cuanto llegamos a un punto se vio una cola de unos tres kilómetros de coches esperando, supuestamente, a que el paso fronterizo abriera. Ni cortos ni perezosos los policías avanzaron a toda la fila ante los ojos atónitos de todos los conductores y de los nuestros, que vimos en ese simple movimiento la posibilidad de pasar a todos los que esperaban. Avanzamos con la policía unos treinta kilómetros de curvas, que eran para quitarle la respiración a cualquiera. Treinta y dos curvas que componían una de las subidas mas espectaculares que haya visto hasta ahora. ¡Estábamos rozando el Aconcagua! Sus vecinas eran -de lejos- las montañas más altas que habíamos visto… y las estábamos subiendo.
Para nuestra mala suerte la policía solo podía dejarnos en la frontera chilena, ya que de allí salían con más compañeros al paso argentino . Resultó ser que en este lugar no había control de pasaportes, sino hasta el control argentino a unos veinte kilómetros; por lo que nos bajamos en lo que llaman los Libertadores. Con solo abrir la puerta del coche lo primero que sentimos fue un descenso de, por lo menos, quince grados de temperatura. Mientras en la estación, media hora antes, estábamos a unos veintisiete grados, aquí tuvimos que armarnos de pantalones largos y chaquetas ya que dudo que fuesen más de diez grados.
Al parecer el hecho de haber avanzado toda la fila no nos sirvió para nada ya que en ese punto nadie tenía que detenerse y nosotros pasábamos totalmente desapercibidos. Oscurecía y todos tenían prisa por llegar al control fronterizo. Como salidos de la nada aparecieron cuatro chicos, todos ellos colombianos, con pinta de mochileros, pero no con pinta de estar haciendo dedo y nos preguntamos: ¿Qué narices estarían haciendo allí en medio de la nada como nosotros? Resulta ser que nuestros amigos los chilenos, como muchos otros, ahora pueden decidir lo que les dé la gana al ver un pasaporte colombiano. Aparte de pedir documentación extra, les pueden denegar la entrada sin motivo alguno ¡Encantador!
El grupo era de cuatro viajeros quienes habían llegado en medios de transporte distintos y a los cuales les habían denegado la entrada,. Al parecer y hasta donde yo sé -vete tú a saber también- sin ningún motivo. Así que serían deportados y empaquetados en alguno de los buses con destino a Mendoza que pasara por allí.
El atardecer a tres mil metros resulto ser un hermoso espectáculo con colores tierra y fuego del cual disfrutamos mientras esperábamos y veíamos cómo, de uno en uno, se iban deshaciendo de los pobres chicos colombianos. Antes de que pudiesen terminar con todos, dos policías se acercaron a preguntarme lo mismo que yo me preguntaba: ¿Qué carajo hacíamos nosotros allí? La respuesta resulto ser bien curiosa: “Estamos haciendo dedo, tus compañeros de la PDI nos dejaron aquí”. A lo que con una sonrisa respondieron: “graciosos compañeros tenemos” y nos explicaron que no podíamos pasar allí la noche. Así que de alguna manera, debíamos irnos.
Finalmente fue una mujer policía, la que parando una camioneta y preguntando, nos empaqueto allí. Pensamos, por un momento, que solo sería hasta el siguiente punto fronterizo. La cara se nos puso morada cuando, unos diez minutos después de subirnos a la camioneta, llegamos a una fila de cuatro líneas sin fin.
En el coche iban Carlos y Mariano, un par de mendocinos que volvían a casa. Cruzamos los dedos y mientras esperamos decidimos ayudar al karma a “comprar nuestro billete” a Mendoza. Fuimos a comprar algo para comer los cuatro… la espera sería larga.
A eso de las doce y treinta de la noche conseguimos salir de allí, contentos por que aún no nos habían bajado del carro. Ya fuera por los choripanes que comieron a nuestra salud o por pena, pero seguíamos en camino. Llegamos a Mendoza a la horrible hora de las dos de la mañana. Les pedimos el favor de dejarnos en la estación de buses. Allí… adentro… como el que espera el bus… plantamos nuestro aislante y sacos, atamos las maletas como pudimos e intentamos dormir.
7 Responses
Mexicanos no tienen problemas cruzando estas fronteras??
Por que rechazan a los colombianos?
El pasaporte colombiano no es el mejor para viajar y siempre ha presentado problemas para aquellos que lo llevan consigo.
El mexicano no es lo mismo, cada pasaporte tiene mayores problemas con otros países en particular.
Hola, queridos mochileros.
Pienso viajar a Chile-Argentina-uruguay-Paraguay-Bolivia (Uyuni) y retomar el vuelo de regreso a Colombia, nuevamente a Chile.
Mis días de vacaciones son a penas, máximo de 30 días, así que sería un viaje casi que flash para mi y mi pareja, por lo que nos veremos forzados a viajar en avión también. ¿Qué recomiendas en ese viaje y en cada parada?
Agradecería que me brindaras información en cuanto a tener papeles en regla y todo eso.
Espero tu respuesta. Muchas gracias por tu ayuda.
Buenas Laura,
Todo lo que podemos darte está en este blog así que simplemente piérdete entre país por país.
Eso sí, 30 días para lo que tienes planificado lamento decirte que serán un horror. Ir corriendo no es agradable y es imposible cubrir todo ese territorio en tan poco tiempo, ni siquiera con avión.
Saludos y buen viaje.
buenas soy colombiana y estaré viajando a santiago de chile… me gustaría saber cual frontera chileno-argentina me recomiendan para pasar y si hay buses directo a argentina económicos?
Hola Rossana,
La verdad dependerá de los papeles que tengas en regla, yo no cruce con mi pasaporte colombiano y justo en los libertadores habían unos 6 chicos colombianos siendo deportados.
Hay buses directos desde Mendoza hasta Santiago (y en otras fronteras también) ese no es problema.
Suerte!