Desierto de Atacama día 3: lagunas de Baltinache y Valle de la Luna

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En nuestro segundo día nos despertamos temprano y salimos de San Pedro rumbo a las lagunas de Baltinache. Lo hicimos con tiempo y con un poco de miedo: en un par de lugares donde preguntamos nos dijeron que no era recomendable hacerlo con el coche de alquiler por el riesgo de pinchazos. Yo, que soy un poco irresponsable, decidí jugárnosla. Teníamos nuestra rueda de repuesto y, con un poco de suerte, todo sería una exageración.

El trayecto es supuestamente de una hora, pero decidimos salir con al menos una hora y media de margen por si acaso. Y la verdad es que fue necesario. Si te da respeto conducir en caminos difíciles, aquí quizá sí recomendaría contratar un tour. La primera parte del trayecto es tranquila, pero en cierto punto giras y tomas un camino de tierra que, debido al paso constante de las furgonetas turísticas, está en un estado lamentable: parece un serrucho. El camino es doloroso, y si vas con un turismo, te va a doler la cabeza de tanto rebotar. Intentamos ir más rápido, luego más lento… pero la realidad es que nada evita el salto constante.

No recuerdo cuánto duró esa etapa, pero fue mucho más de lo que me habría gustado. Los avisos sobre los pinchazos no eran exageración. Esa última parte del camino parece un cementerio de neumáticos, tirados al borde de la carretera en estados deplorables, lo cual no ayuda precisamente a la tranquilidad del conductor.

Al final decidimos ir muy despacio. Las furgonetas con turistas nos pasaban por el lado al doble de velocidad, pero al menos llegamos enteros y sin pinchazos.

Las lagunas de Baltinache

Más allá de las postales típicas del desierto, Baltinache ofrece una experiencia única: siete lagunas de aguas color esmeralda con una concentración de sal incluso mayor que la del Mar Muerto. Aquí no se nada, aquí se flota, y no hace falta hacer esfuerzo alguno. Simplemente te dejas llevar por la salinidad mientras miras ese paisaje tan marciano que parece de mentira. Estas lagunas no son solo un atractivo turístico reciente: antiguamente formaban parte de rutas de caravanas indígenas, y los atacameños extraían sal de ellas desde tiempos precolombinos. El nombre “Baltinache” proviene del kunza, la lengua ancestral del pueblo atacameño.

Lagunas Baltinache, Desierto Atacama

¿Valen la pena? En mi experiencia, sí. Pero te dejo algunos datos prácticos para que decidas tú mismo (además del estado del camino, claro).

Una vez allí, tendrás que pagar la entrada por persona antes de aparcar. Paras junto a la caseta y el personal te dará las indicaciones. El acceso es claro: una pasarela de madera recorre las lagunas saladas, que parecen sacadas de otro planeta. Solo te podrás bañar en una de ellas, y no se permite salirse del sendero marcado salvo que esté claramente indicado, para proteger el entorno.

Horario de apertura: 09:00 a 17:00 h
Precio entrada: 5.000 CLP (solo en efectivo)
Altitud: ~2.500 msnm
Duración recomendada: 1h 30min – 2h 30min

Mi consejo es que intentes calcular tus tiempos teniendo en cuenta los tours. Normalmente hacen el recorrido y luego pasan a bañarse, así que si logras quedarte fuera de su horario, mejor. La laguna en la que se puede bañar es pequeña, y con un solo grupo ya se llena. Nosotros esperamos. Nos sentamos en una de las mesitas con sombra justo a la entrada de la laguna, y tuvimos suerte: cuando un grupo se fue y el siguiente aún no se había cambiado, entramos casi solos. Fueron cinco minutos, pero los aprovechamos como si fueran veinte.

 

La laguna en la que puedes bañarte está justo al lado de la entrada, así que no tiene perdida alguna, y la caminata al circuito se hace relativamente bien en menos de 20-30 minutos, así que si tienes tiempo te recomiendo lo que dije, esperar.

OJO: para bañarte, no uses protector solar. Está prohibido y por algo es. Si tienes que protegerte del sol, mejor con gorro, sombrero o incluso un paraguas. Puedes bañarte antes de caminar el circuito o hacer el circuito y luego bañarte, pero sin crema. Los microorganismos que viven en estas aguas son únicos, y científicos de todo el mundo los estudian por su similitud con condiciones extremas, incluso marcianas.

LLEVA AGUA. Y si puedes, lleva una toalla con la que te puedas rascar. Suena exagerado, pero no lo es. La sal no se va fácilmente, y aunque creas que estás limpio, acabarás blanco como una estatua de sal. Nosotros llevamos solo un bidón pequeño, pero las furgonetas llevan botellas de agua a presión para enjuagar a los turistas. Tiene todo el sentido del mundo. La sal reseca la piel, así que tómate tu tiempo para quitarla bien antes de irte.

Rumbo a el Valle de la Luna

Salimos de las lagunas rumbo a San Pedro con la idea de parar a comer algo. Lo hicimos en un pequeño restaurante de la calle principal. Nada del otro mundo, pero suficiente. No nos entretuvimos mucho porque queríamos llegar al Valle de la Luna antes de que se hiciera tarde.

Si tengo que elegir entre el Valle de la Luna y el Valle de Marte, me quedo con el segundo (puedes leer más sobre él aquí). Pero con cinco días por la zona, teníamos margen para hacerlo todo, y la verdad es que aunque no fue tan alucinante como el día anterior, tampoco defrauda.

Como en casi todos los puntos de interés de la zona, tienes que parar en la entrada. El Valle de la Luna es uno de los sitios más visitados, así que para evitar colas lo mejor es comprar las entradas online. Nosotros lo intentamos, pero tuvimos problemas para pagar. Al final, hicimos la cola y uno de los chicos del staff nos ayudó a sacar el ticket (y hasta nos aplicó un “descuento estudiante” porque le caímos bien, supongo). Ya con la entrada, continuamos en coche. Dentro hay varias paradas, y lo ideal es moverse en vehículo. Algunos van en bici, que también es una opción popular (unos 8.000 CLP por 6 horas de alquiler), pero eso alarga los tiempos.

Precio entrada: $10.800 CLP adultos / $5.400 CLP niños y mayores de 60 años
Distancia desde San Pedro: 13 km (~20 min)
Duración recomendada: 2–3 horas
Importante: entrada gestionada por comunidades indígenas, tu visita contribuye a su desarrollo

Por si hace falta decirlo: en el desierto HACE CALOR. Mucho. Así que empieza temprano si puedes, lleva agua, protector solar, gorra, y algo que cubra los hombros. Nosotros fuimos por la tarde y me quemé en menos de dos horas, y eso que no suelo quemarme fácilmente. Lo mejor es simplemente dejarse llevar: recorrer las paradas, ver las Tres Marías, la gran duna, el anfiteatro… Cada rincón tiene algo de especial. Y si tienes suerte, igual hasta escuchas el crujido de la sal cuando baja la temperatura por la noche. Es raro, pero pasa. Como si el desierto hablara.

El sitio es tan brutal que La NASA ha utilizado este lugar para probar prototipos de vehículos destinados a la exploración marciana, debido a las condiciones extremas y el terreno que simula el ambiente del planeta rojo y durante las noches más frías, es posible escuchar crujidos provenientes de las formaciones salinas, causados por la contracción térmica de la sal al descender la temperatura. Creedme, es un espectáculo. Puedes ver sus puntos más destacados como son las Tres Marías, las dunas gigantes o el anfiteatro y no te olvides de llevar protector solar, ir bien cubierto (yo me quemé en unas pocas horas en la tarde y me quemo poco) y llevar suficiente agua.

Para cerrar el día, nada como ver el atardecer en el Mirador de Kari, también conocido como la Piedra del Coyote. No hay mucho más que decir: llega con tiempo para pillar buen sitio y simplemente disfruta. Nosotros fuimos en abril y había gente, pero nada exagerado, la entrada está incluida en el ticket del Valle de la Luna.

Atardecer en Kari, Piedra del Coyote

Lleva abrigo. Cuando el sol se va, el frío aparece. Nosotros siempre cargábamos chaqueta y pantalones de repuesto en el coche, y más de una vez nos salvaron la noche.

📌 Resumen del día: Lagunas de Baltinache + Valle de la Luna + Mirador de Kari

Lugar Altitud (msnm) Precio entrada Duración recomendada Dificultad Notas clave
Lagunas de Baltinache ~2.500 5.000 CLP (efectivo) 1h 30min – 2h 30min Media Solo una laguna habilitada para baño. No usar protector solar. Llevar mucha agua.
Valle de la Luna ~2.400 10.800 CLP adultos / 5.400 CLP niños y mayores 2–3 horas Baja Varios puntos a recorrer en coche. Ideal ir por la mañana. Entrada gestionada por comunidad local.
Mirador de Kari ~2.500 Incluido con entrada al Valle de la Luna 45 min – 1 hora Baja Mejor llegar con tiempo para ver el atardecer. Llevar abrigo para después.

Y así terminamos otro día más en el desierto, con la piel salada, el cuerpo cansado y la cámara llena de recuerdos. De nuevo, haber tenido coche nos dio una libertad tremenda para movernos a nuestro ritmo, pero si no cuentas con uno, no te preocupes: hay tours organizados tanto a Baltinache como al Valle de la Luna, y algunos incluso incluyen el atardecer en Kari. Eso sí, ojo con los horarios y las multitudes.

Un consejo que no me canso de repetir: descargad Maps.me con los mapas de la zona antes de salir. No hay señal en gran parte del recorrido y las coordenadas GPS son oro puro cuando te pierdes en un mar de tierra y sal. Algunas apps como Windy o UVLens también son útiles para evitar sorpresas con el clima o el sol, que aquí no perdonan. Y siempre, siempre, llevad más agua de la que creéis necesitar. Dos litros por persona al menos, sobre todo si vais a andar o a bañaros.

Mañana toca madrugar otra vez para visitar los Géiseres del Tatio, así que cerramos el día entre risas, algo de picoteo en el apartamento y la promesa de ponernos la alarma, dormiremos poco.

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