Una vez nos subimos al tuk tuk salimos directos hacía el norte del país, no pasamos una sola noche en Negombo, llegamos temprano, tomamos el tuk tuk y salimos como alma que lleva el diablo a hacer los que serían nuestros primeros kilómetros por la isla.
Nuestra intención inicial era la de llegar a Kalpitiya, así que no teníamos tiempo que perder o nos sería imposible cubrir los 150 kilómetros que separaban Negombo de la pequeña península. La carretera principal transcurre justo al lado de la playa y une ciudades con pueblos casi de manera imperceptible, por lo que hasta al menos la mitad del viaje aún parecerá que no has dejado Negombo.
La primera hora fue complicada debido al alto volumen de tráfico de la vía y a que es complicado acostumbrarse a mantenerse a la izquierda a una velocidad constante pero dejando pasar todo aquello que se acerque de manera amenazante. Aparte de lo mencionado no tuvimos mucho problema en nuestra primera jornada con Mojito, durante el camino hicimos algunas paradas para estirar las piernas en un par de lugares que nos llamaron la atención como el precioso templo hindú del que os dejamos las fotos con figuras gigantescas de dioses como Ganesh o Hanuman. Pero la mayoría de las 5 horas de camino la pasamos bajo el techo del tuk tuk con lluvia incluida.
Conforme continuábamos hacía el norte del país la carretera iba perdiendo tráfico y calidad, pero una vez hicimos el desvió hacía la B349 que nos llevaría a Kalpitiya el tráfico desapareció por completo dejando un paisaje increíble a ambos lados mientras el sol caía y nos recordaba que teníamos que seguir avanzando.
Kalpitiya es una zona conocida para hacer algunos deportes de agua, pero al estar en temporada de lluvias la realidad es que estaba muerta. Una vez llegas al pueblo te das cuenta de que no existe apenas ningún tipo de infraestructura por lo que aunque es conocida por ser un destino ideal para hacer Windsurf y kitesurf, no hay apenas ni calles asfaltadas ni hoteles por la zona, al menos no durante la temporada baja. Se supone que de diciembre a marzo es un destino recomendado fuera de la ruta ya que se pueden ver delfines además de los mencionados deportes pero nosotros llegamos muy temprano (en noviembre) y la temporada de lluvias aún no había dejado la zona por lo que no pudimos disfrutarla en absoluto.
Se nos hizo de noche buscando donde dormir porque todo lo que encontrábamos era carísimo y no era ni mucho menos ideal, no solo por el precio sino por la calidad. Finalmente después de mucho intentarlo terminamos aceptando quedarnos en una tienda de campaña en el Kite house Cafe, una especie de camping hostel bastante alejado de la vía principal. Terminamos pagando 1500 rupias por dormir en la tienda de campaña con desayuno incluido.
Para poder aparcar el tuk tuk y llegar hasta allí necesitamos de la ayuda de los locales que al ver nuestra incapacidad para meter el bicho por el medio de la arena, literalmente, decidieron subirse, tomar el mando y llevarnos a nosotros y a Mojito (nuestro tuk tuk) hasta el lugar. Era de noche y todo lo que veíamos era palmeras y arena y no teníamos ni idea de donde estábamos.
Queríamos quedarnos más por la zona porque parecía muy natural y poco afectada por el turismo en masa, pero al ver lo que nos esperaba, los precios de los alojamientos y la dificultad para llegar a ciertos lugares, decidimos que al día siguiente partiríamos de la península en dirección a Anuradhapura, aunque eso significara que habíamos hecho esas 5 horas casi en vano.
A la mañana siguiente desayunamos y salimos temprano hacía nuestro nuevo destino del que nos volvían a separar al menos 120 kilómetros. La carretera ya era mucho menos transcurrida que la del primer día y sabíamos con seguridad que encontraríamos un lugar donde dormir en la zona al ser uno de los puntos más visitados del país.
En el trayecto varios locales levantaron el brazo pensando que éramos un tuk tuk como cualquier otro y a todos ellos les paramos y los llevamos unos cuantos kilómetros más adelante. Fue el primer contacto que tuvimos con locales y era curioso hacerlo dentro del que era tu medio de transporte. Desde entonces se convirtió en un común durante el viaje y en algo que hacíamos siempre que teníamos la oportunidad y sabíamos que íbamos varias horas en linea recta y resulto ser la mejor manera de conocer la cultura del país y de hablar con gente con la que de otra manera no nos habríamos ni cruzado, muchos ellos sin apenas nada de inglés.
Os explicamos nuestro paso por la ciudad sagrada en el siguiente post.