Después de la noche casi en vela en la estación nos montamos al bus antes de que amaneciera y en pocas horas llegamos a la Costa Pacifica.
¿Cómo llegar a Montañita?
Llegar fue relativamente fácil ya que tomamos el bus directo (de los cuales solo hay dos) uno a las 5:30 am (el nuestro) y otro a la 1 pm (desde Guayaquil) y aunque pierdan estos buses conectar no es difícil vía Santa Elena. El bus nos costo 5,75 dólares a cada uno y no voy a mentir, no recuerdo cuanto duró pero no fue demasiado largo.
Llegamos al pueblo con todo el tiempo por delante, mucha gente nos había hablado de Montañita, muchos para bien otros pocos para mal, no sabíamos que esperarnos, lo único que supimos en cuanto bajamos del bus es que estaba lleno, o al menos eso parecía, por suerte el bus nos dejo en el camino principal, algo alejado de la playa y por ese mismo camino nos dispusimos a buscar camping. ¡Sí!, Camping! La temperatura era perfecta, el presupuesto limitado y al parecer Montañita bastante cara así que no solo no nos quedaba otra opción sino que nos apetecía un poco volver a desempolvar nuestra vango roja y darle brillo.
Buscamos un poco y algunos lugares pedían un precio excesivo por lo poco que daban… Caminando nos ofrecieron de todo, desde cigarrillos hasta cocaína.. no se si es que no era evidente que con 15 kilos encima lo de meterme una raya pues no estaba entre mis planes pero al parecer necesitaban un no por respuesta. Me puse un poco a la defensiva y finalmente encontramos un hueco donde poder meternos.
El camping (o como se hacia llamar) no tenia apenas nada pero si una bombona de butano donde cocinar y agua donde ducharse que era suficiente para nosotros. Llegamos temprano, pagamos la noche a 4 dólares y fui advertida de que, al día siguiente y debido al “Campeonato de surf” pagaríamos el doble.
¡Maldita sea! siempre estamos con lo mismo… vamos a caer a os lugares de masas en el peor momento del año… bien, no quisimos pensar en ello, pagamos, plantamos nuestra carpa y me quede dormida durante un par de horas al calor de la costa, calor que hacia mucho no sentíamos.
Se hizo la mañana, nuestros vecinos despertaron y resultaron ser de lo mas variopintos, una pareja de argentina-colombiana con un gato y un perro en común y un grupo de 4 en un par de carpas, ninguno de ellos de la misma nacionalidad. Argentino, mexicano, canadiense y Húngara viajando juntos por Ecuador.. Se conocieron trabajando en un hostal en Quito y se tomaron unos días para viajar juntos.
La verdad es que gracias a ellos Montañita fue mucho mas llevadera, nos tomamos un par de cervezas y mojitos a la luz de la luna y el mar, comimos espaguetis recalentados mientras los mosquitos nos acribillaban y hablamos de muchas, muchas cosas.. Fue una agradable sorpresa.
A la mañana siguiente decidimos partir, no queríamos pagar mas dinero por algo que no valía la pena. El pueblo no era mas que un agujero de mierda y gentuza (en general) drogas, miles de restaurantes de diseño en calles sin asfaltar -todo my bizarro- y sobre todo, mucha, mucha gente. Seguiríamos de cara al mar, pero dejaríamos atrás a Montañita.