Como empezamos temprano, terminamos temprano. No eran más de las tres de la tarde cuando salimos de aquella carretera. Decidimos dirigirnos a Salta y de allí ver qué hacíamos. Llegamos temprano. Una ducha no nos iría mal; tres días en el coche hacían notar su presencia.
Nos dirigimos a una estación de servicio y, ya que ya sabemos un poco de la vida del camionero, buscamos una con duchas. Por unos pocos pesos alquilamos la ducha y nos quitamos el polvo de encima. Las estaciones de servicio han sido nuestras mejores amigas: comida, baños, duchas e internet; todo en uno. Primero pensamos en la posibilidad de quedarnos allí y a la mañana siguiente ir hacia el Parque Calilegua, pero al ver que aún nos quedaban horas de sol, decidimos seguir avanzando.
Llegamos hasta Libertador San Martín y ya era más que tarde. Preguntamos por un camping. Tuvimos la suerte de encontrar nuevamente un camping municipal, esta vez gratuito y también descuidado. Pero aquello era lo de menos en esos momentos. Agradecimos el hecho de poder estirar las piernas; dormir en el coche también estaba pasando factura. Cocinamos algo y descansamos como niños.
La mañana siguiente fue tranquila. Lavamos el coche por que evidentemente nunca hicimos nada irresponsable con él y no debían quedar pruebas del delito. Partimos hacia las aguas termales y el parque nacional. Después de unas horas llegamos al camping de las aguas termales. Resultó ser que ya no ofrecían servicio de camping y que la habitación era más que cara, por lo que -con nuestra cara gruñona- nos dimos vuelta atrás. Lo que sí no queríamos perdernos era el parque nacional. Un bosque tropical anclado a pocos metros de la seca Quebrada de Humahuaca. Todo un cambio de paisaje en pocos kilómetros; Jujuy tiene mucho que ofrecer.
El parque es de entrada gratuita -mejor aún- y se puede recorrer a lo largo con el coche. Poco a poco, y disfrutando del paisaje, avanzamos. Paramos un par de veces para hacer alguno de los senderos marcados; vimos de lejos un par de tucanes y disfrutamos del verde y la humedad que tanta falta nos habían hecho los últimos días. El parque cuenta también con un paradero, por lo que allí aprovechamos para cocinar y comer tranquilos. Al final del recorrido dispone de varios lugares donde acampar, más o menos baratos.
En todo caso, y visto que todavía teníamos día por delante, decidimos volver. En un arranque de kilómetros llegamos nuevamente hasta Jujuy. Llegar a la ciudad fue fácil, lo difícil fue salir de ella. Al parecer la mitad de las calles estaban cortadas y el tráfico era un infierno. Atascados por sus angostas calles pasamos unas dos horas. El pulso me temblaba cada vez que había que volver a arrancar… parar… arrancar… parar…parar… procurar no matar a nadie de los miles que se te cruzan por el camino. ¡ Joder! ¡Están locos¡
Finalmente lo logramos. No tendríamos que correr a la mañana siguiente para llegar a tiempo. Acampamos nuevamente en El Refugio del Yala y a la mañana siguiente, con el corazón en la mano, fuimos a entregar el auto. He de decir que mi arte de parqueo merece un trofeo, y mas en esa ciudad. Lo dejamos impoluto frente a la oficina. Llamamos al encargado. Lo entretuve con mil y una historias y, gracias a que somos encantadores, nadie vio el enorme rallón del parachoques. Hicimos 1600 kilómetros en tres días, gastamos cantidades ingentes de gasolina y volvimos a ser los mismos don nadie de siempre.
Ese mismo día compramos un pasaje de bus a La Quiaca, para ser sinceros el más barato de toda Argentina. Allí llegamos entrada la madrugada y, después de esperar a que la frontera abriera, nos dirigimos a territorio boliviano; despidiéndonos con todas nuestras historias del pico suramericano.
Y ese fue el final de nuestra historia argentina…
3 Responses
Muy agradecido por vuestro relato de esta hermosa experiencia que vivieron. Solo leí acerca de sus viajes por argentina y Chile y ya leeré un poco mas en cuanto me encuentre un tiempito. Les cuento que yo el mes que viene, a mediados de abril digamos voy a emprender mi propio viaje solo y bueno nada hay una cosita que me gustaría preguntarles referido a lo que es la comida durante el viaje. Por lo que cuentan ustedes mismos se cocinaron la mayor parte de su aventura,y, mi pregunta es ¿se llevaron una garrafa de 3 kg en la mochila? pregunto porque es una idea que tengo en mente pero quizás ustedes me puedan anticipar una mala jugada porque resulta pesada la “pequeña” garrafa. Me tiraron ideas de hacerme un carrito con ruedas y cargarle como valija andante, pero no tengo ganas de andar super cargado y mas que nada con las manos ocupadas. También averigüe de unos artefactos, una especie de mini-cocina que se le carga con unas latas de gas butano y bueno pienso por un lado que en lo que es peso me va a resultar mucho mas cómodo y ligero pero también por otro lado cada latita de gas butano tiene una duración de 1 h aprox y cada una de ella tiene el valor de 150 pesos uruguayos (4 o 5 euros masomenos)y bueno no es que sea mucho pero teniendo en cuenta su durabilidad serian gastar ese dinero prácticamente todos los días o cada dos días quizás dependiendo. No se estoy en la dulce espera y todo tipo de información, consejo u opinión constructiva es bienvenida y agradecida..les agradezco una respuesta. Saludos!! Juan de Uruguay!! =)
PD: Si quieren pueden escribirme a mi mail que les dejo en el cuestionario que me hace la pagina para escribirles
Hola Juan,
Como terminamos hablando por email con todas las preguntas y todos los detalles… y ya pasó la fecha de inicio de tu viaje nos gustaría saber ¿que tal te va? saliste de viaje? Te sirvió lo que hablamos?
Saludos!