Desmontando miedos, primeros días en Irán

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👋🏽 ¡Hola! Soy Valen

He llegaó desde muy lejos con mis trucos, mis complejos, una maleta llena de trastos y un cuaderno lleno de cuentos. 

Escribo mal y te hablo sobre viajar, emprender y vivir una vida un poco más simple y sostenible.

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En el 90% de los casos, la primera cosa que alguien responde cuando le dices que vas a pasar los próximos 45 días de tu vida en Irán es algo así como ¿¡IRÁN!? ¿Qué se te perdió por allá?, ¡con lo peligroso que es!.

Si estás acostumbrado a viajar sabrás que este tipo de comentarios los recibes muy a menudo con destinos muy variopintos, sin embargo, con Irán (y con nuestro próximo destino, Pakistan) es la gran mayoría de los casos. Por más acostumbrado que estés, no podrás evitar sentir ciertas dudas. Se te pasarán en un ratito, pero allí están de vez en cuando… y todo eso se acentúa en el momento en el que te subes en el avión.

Visitar teherán

Tehran: Día 1

Estábamos cansados, 4 horas de avión de Barcelona a Estambul, 4 horas de escala y 3 horas más de Estambul a Tehran a más de media noche. Llegaríamos a las 3 de la mañana a un país del que solo hemos escuchado miedos, en el que no hablamos el idioma y sin tener ni idea que íbamos a hacer, es imposible no tener dudas.

Lo primero que nos sorprendió fueron las mujeres de la cola del avión, solo una de ellas iba tapada, Jesper se preguntó ¿Qué pasa cuando llegan? la respuesta la tuvimos en el momento en el que el piloto encendió las luces de los cinturones para aterrizar, todas y cada una tomaron sus pañuelos y comenzaron a taparse.

Sara estaba sentada a nuestro lado, no había hablado con ella pero me sonreía con curiosidad desde que subimos. Yo no llevaba el pañuelo en el avión y le pregunté si estaría bien taparme con la capucha, al menos de momento hasta tener nuestra maleta en las manos. Con un inglés roto me respondió que sí, me dijo que lo odiaba y finalmente rompimos la barrera del silencio.

Sara vive en Bolonia desde hace 8 años y está casada con un italiano, hacía más de 3 años que no volvía a Irán, me contaba que le costaba volver con todo lo que había ganado. Sara estudió maquillaje para teatro y espera tener un hijo cuando encuentre trabajo, todo esto me lo contaba con una enorme sonrisa mientras me daba la bienvenida a ese país del que tenía tantos sentimientos encontrados. La sonrisa de Sara disipó todas mis dudas, en aquel momento, mientras me ponía la capucha, igual de resignada que ella, recordé porque hacía lo que hacía, sonreí para adentro, me apreté el cinturón y me preparé para el aterrizaje.

Aterrizamos a las 3 am en Tehran y sabíamos que Mehregan estaba esperando fuera por nosotros. Lucas y Ludmila estuvieron en casa con Jesper y mis padres hacía apenas unos días, y gracias a ellos conseguimos su contacto, desde el primer momento se empeño en venir a buscarnos al aeropuerto. Si hay algo que tenéis que saber de los Iraníes es que son tozudos a morir.

Realizamos los papeles de la visa para Irán y una hora más tarde conseguimos salir y encontrarnos con él. No había venido solo, Farhad lo acompañaba y ya estaban sentados acompañados de una pareja polaca. Nos invitaron a un café y una cocacola, despedimos a los polacos y nos subió a su coche de camino a Tehran mientras el sol se levantaba.

Desde que llegamos nos llevó por toda la ciudad, primero fuimos a la embajada India, que estaría cerrada hasta las 10 am, luego encontramos un hotel donde dejamos las maletas, luego nos llevaron a desayunar con Adasi, (una potente sopa de lentejas), luego nos llevó a casa de sus padres donde pudimos dormir un par de horas y su madre nos despertó con un delicioso Coulotte para comer y nos quedamos en su casa unas horas escuchando música y hablando.

Durante la tarde fuímos a visitar el Parque Niavaran, hicimos una parada técnica en el hostal, nos volvió a recoger junto con otro amigo, nos ayudó a comprar una tarjeta de internet, nos llevaron a la Terraza de Tehran a disfrutar de unas estupendas vistas de la ciudad al atardecer, volvimos a su casa donde conocimos a su padre y volvimos a comer como reyes, y finalmente, a media noche, nos dejó nuevamente en el hostal.

Se negaron a dejarnos pagar absolutamente nada, juro de verdad que lo intentamos pero no hubo manera humana. En menos de un día resolvimos los problemas de una semana con estupenda compañía y sinceramente llegó a parecerme absurdo cualquier miedo que pude llegar a tener.

Tehran: Día 2

Dormimos como niños la primera noche después de un intenso pero fructuoso día. Estábamos exhaustos, descansamos con la idea de salir de Tehran por un par de días y volver el domingo a solucionar el papeleo de las embajadas (sí, los domingos son los nuevos lunes). Salimos a las 2pm del hostal y cargados a tope nos dirigimos a la estación de bus. En el metro un chico se nos acerco, y sin ni papa de Inglés nos dijo que el bajaba en la estación y que nos llevaría a ver la torre Azadi que estaba al lado, aceptamos.

Salimos del metro y en medio minuto resulta que estábamos subidos en un taxi que él ya había pagado en dirección vete a saber a donde. Me comencé a estresar un poco, la comunicación y el no querer herir sus sentimientos nos había puesto en un taxi en dirección desconocida. Nuevamente me equivoqué, unos 3 minutos más tarde estábamos a los pies de la torre y unos 10 minutos más tarde nos acompañó a la estación y nos ayudó a buscar el bus en la dirección que necesitábamos. Nos compró un par de rosas (sí, en serio) y se despidió.

Estos Iraníes…

En la estación no tuvimos suerte,  resultó ser que la carretera estaba cerrada por ser viernes (los viernes son los nuevo domingos) y no podríamos tomar un bus hasta el día siguiente. Eso sí, fuimos la atracción principal del lugar durante unos 30 minutos, todos con ganas de ayudar, la cosa se nos sale de las manos.

Volvimos al centro, esta vez a un nuevo hostal, dejamos nuestras cosas y caminamos por los alrededores en busca de comida para cocinar. En un trayecto de 15 minutos nos saludamos con 10 personas, nos ayudaron en una tienda y Hamid, desde su adorable puestito de vegetales nos invitó a nueces, una naranja, una manzana y té suficiente para matar a un humano.

El miedo que tenemos es no poder pararlo, son testarudos, es imposible decir que no y les juro que lo intentamos, eso sí, el resto de miedos han quedado completamente desmontados.

Gracias a Irán y a su gente por esta hermosa bienvenida.

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Un comentario

  1. Que bien, y, esto me da una gran lección que nunca debemos hablar bien o, mal de lo que no conocemos. Gracias Iran por tratarlos también que, su Dios los bendiga.

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