Cusco, el breve comienzo

Esa misma noche volvimos a la terminal de buses, al terminar nuestro viaje relámpago a las “Islas”. Después de que el conductor intentara venderme un billete a Cusco por cuarenta y cinco soles, despertó mi interés por ver cuánto costaría realmente. Finalmente lo encontré por veinte soles cada uno. El bus saldría esa misma noche a eso de las diez y llegaríamos a la ciudad a primeras horas de la mañana.

Teníamos un poco de miedo.  Por el hecho de ser un destino turístico tan conocido, los precios podrían irse de las manos. El solo conocer Machu Picchu ya nos reportaba gastos de enorme cantidad, los pasos completos y precios describo detalladamente esta guía

La pregunta era: ¿Podríamos encontrar algo en Cusco sobre nuestro presupuesto?Tuvimos suerte -como siempre-. Llegamos a Cuzco y nos dirigimos hacia la zona central. Un poco antes de llegar al centro, terminamos en una calle en obras con varios hoteles. Preguntamos en el primero -como por cultura general-. Nos pedían ochenta soles por persona… ¡Irrisorio!. Cruzamos la calle y justo allí teníamos un hospedaje. Juan estaba sentado en la entrada tomándose una cocacola y comiendo una empanada -lo que parecía ser su desayuno-. Dimos los buenos días, preguntamos por los precios y conseguimos un arreglo. Por diecisiete soles, por ambos, nos metíamos en una habitación con cama simple -lo que no fue problema teniendo en cuenta mi estatura y la “desnutrición” de Jesper-. ¡Aceptamos!

Tuvimos que apresurarnos en llegar a la ciudad. No queríamos ni mucho menos que nuestras fechas coincidieran con semana santa y estábamos a punto de que eso pasara. De ser así, no solo pagaríamos el doble por cualquier agujero negro donde dormir, sino que también nuestras posibilidades de visitar la ciudad Inca disminuirían. Esto debido a que existe un cupo máximo de dos mil personas al día y de cuatrocientas para las montañas. Una vez llegados a la ciudad quisimos comprar los billetes online, pero lo único que encontramos fueron problemas. Por suerte, el ministerio de cultura tiene una oficina disponible en la ciudad, donde también puede realizarse el trámite.

Cusco no es una ciudad fea. Esperaba menos de ella al ser una ciudad visitada por tanto turista de paso. El centro histórico es hermoso.  Si caminas por alguno de los callejones que salen de él hacia los lugares por los que el turismo en masa no está interesado en ir, tendrás una grata experiencia. Si se dispone de varios días, y una suma de dinero importante, se puede disfrutar del ticket de museos -el cual es básicamente para sitios arqueológicos- y puedes visitar el resto de ruinas -de gran belleza- que rodean la ciudad. Algunas de ellas están apenas a pocos pasos. Una de estas ruinas es la increíble ciudadela de Sacsayhuamán, cuyo nombre significa donde se sacia el halcón y que dejará boquiabierto a más de uno.

Una vez centrados en Machu Picchu, la primera buena noticia que nos llevamos es que los precios expresados en la pagina web están en soles -no en dólares como pensábamos-. Al imaginarnos que el valor era en dólares, ya estábamos planteándonos vender un riñón para poder pagar la entrada, pues uno de los grandes motivos por los que pasábamos por Perú era el de visitar Machu Picchu y no podíamos volver sin haberlo cumplido.

La mayor decepción nos la llevamos al averiguar los precios de movilización. El monopolio lo controla la empresa de transportes de pasajeros en el tren. Por más que indagues y preguntes en los canales oficiales esa es la “única” manera de llegar al lugar, y por esa “única” manera te cobran la barbaridad de ochenta dólares por trayecto. Este valor termina siendo el doble de la misma entrada. Otra de las curiosidades es que dicha empresa pertenece a una alianza chileno-británica, con lo que el dinero que queda en Perú es… ¡cero!  No me crucé medio mundo para seguir dándole dinero a los que ya conozco de buena mano.

Si quieres saber qué hacer en Cusco puedes dar un vistazo aquí.

Investigamos  mucho y preguntamos aún más. Finalmente nos arriesgamos.