Han pasado ya un poco más de cuatro meses desde que decidí tomar un trabajo por cuenta ajena. En este caso, un trabajo como ninguno antes, a tiempo completo, en remoto y en una posición con muchísima responsabilidad. Actualmente, dirijo el departamento de marketing de Bunny Studio y durante los últimos meses tuve que lidiar con la contratación del 80% del equipo. Hoy en día esa primera fase ya ha pasado y finalmente cuento con un equipo operativo de 9 personas y un montón de trabajo por delante. (puedes leer más sobre esto en “Deja tu trabajo y persigue tus sueños es una frase de mierda“).
Durante estos meses me he mantenido ausente no solo de esta plataforma y sus redes, sino de muchas otras cosas en mi vida, porque simplemente no sé aún como gestionar más que mi tiempo, mis energías, sigo aprendiendo. Tengo este escrito desde hace dos meses en borrador y es lo primero que escribo desde entonces. Como todo lo que comparto últimamente, esto no es más que otra “paja mental”, algo que espero que ayude a alguien en algún momento de su vida, o que al menos le haga sentirse menos solo/a… bueno eso y una manera de lidiar con mi vida 🙂
Me rio un poco con el título de este pequeño escrito porque recuerdo con claridad una de las cosas que me llamó más la atención para solicitar este puesto de trabajo, una frase en cursiva en medio de la descripción del puesto que decía lo siguiente y me hizo sentirme observada:
We know the confidence gap and imposter syndrome can get in the way of meeting spectacular candidates, so please don’t hesitate to apply — we’d love to hear from you.
Me pregunté en ese momento, ¿por qué si en realidad cumplía todos los requisitos de la lista, aún pensaba que eso era subjetivo? Porque claro, igual, yo creía que era buena para el puesto, pero lo más probable es que hubiese millones de personas mucho más preparadas y muchísimo mejores que yo. De no haber sido por esa frase, quizá no habría dado el paso ni enviado el currículum, no voy a negarlo. Así que de eso vengo a hablar hoy porque es un tema que me ha acompañado mucho estos últimos 4 meses en los que me he puesto al límite.
Cuando vives en las sombras por miedo a que alguien te descubra
Comencé a darme golpes contra esto hace ya unos 8-9 años, cuando encontré el trabajo que me inició en esta carrera, una internship por la que me pagaban 600 € al mes. Me costó horrores ir antes del tiempo acordado a su finalización a pedir una subida de salario porque la realidad era que no estaba haciendo el trabajo de una practicante. Mi jefe para entonces me ofreció 1600 € al mes durante otros 6 meses y a partir de allí 2200 € yo dije que sí, porque vamos, venía de unas prácticas y de cobrar basura el resto de mi vida, daba igual lo buena que yo creyera que era, lo más probable es que no fuera verdad. Al final, o le di penita a mi jefe (el cual era un chaval majísimo que probablemente simplemente hacía su trabajo) o se le olvidó. La cuestión es que desde el día uno estuve recibiendo los 2200 € y me pasé 6 meses sobrepasando objetivos de manera obsesiva porque vivía con el miedo a que alguien algún día fuera a venir a pedir explicaciones y se diera cuenta de que yo era un engaño.
Cuando dejé mi trabajo (para el que sabía que era buena y con una oferta de mejora de posición bajo el brazo) el entonces director interino me preguntó por mi salario, ya que, visto que me iba, quería igualar el de mis compañeros para motivarlos. Resulto ser que no hacía falta porque no solo ya ganaban lo mismo, sino unos cuantos miles de euros más. Estoy segura de que muchos de ellos nunca se sintieron una farsa, nunca pensaron en superar objetivos como enfermos solo para demostrar que eran capaces, porque simplemente nunca lo pusieron en duda.
Así que nada, seguí con mi vida con esa información pensando que iba a servirme de algo. Comencé a trabajar por mi cuenta, casi regalando mi trabajo, cobrando muy poco comparado con lo que podía ofrecer. Tuve dos primeros clientes que me enseñaron muchísimo más de lo que mes esperaba y sobre los que hablé un poco en las 10 cosas que aprendí en mi primer año como freelance. Hoy vengo a hablar del segundo, una empresa española de una niña rica para la que realice 3 meses de trabajo por el que tuve que retrasar facturas por temas burocráticos y a la que llegado el día del pasar la factura no le dio la gana de pagar. Habíamos acordado 800 € por ya no recuerdo cuantas horas (no sé, ponle 30 al mes) y pasados los tres meses y metidas muchas más, me dice que me paga 1000 € por los tres meses que llevamos, que eso es lo que ha valido mi trabajo y que no está contenta. Se dio cuenta cuando le llegó la factura y no, no sé, 60 días antes, por ejemplo, que casualidad.
El miedo que te invade cuando alguien dice que no has hecho tu trabajo justo al salir del huevo a lanzarte a esto por ti mismo, finalmente alguien me había descubierto… Tardé MESES en reaccionar porque me despertaba cada semana pensando ¿y si realmente no sirvo para esto y soy yo la que vivo en un mundo de fantasía?. De no haber sido por el cliente número uno, cliente que aún conservo pasados estos 6 años y que me sigue no solo dando trabajo sino recomendando allí por donde va, no sé si hubiese superado ese hueco de autoconfianza.
Finalmente me decidí, contacté un abogado y me fui por lo penal, un año y medio más tarde tenía pagadas mis facturas y la ratificación de que yo no estaba equivocada y de que era lo mínimo que me merecía. No llegamos a citación de juicio porque decidieron pagar un día antes pensando que me tiraría atrás, que me iba a dar miedo defender mi trabajo delante de un juez o yo qué sé. La empresa en cuestión siguió usando mi estructura web y de anuncios por unos cuantos años más, habría sido más bien sencillo de demostrar, imagino.
Lección para el resto del mundo: los abogados son más baratos de lo que nos esperamos, especialmente teniendo en cuenta la calma mental que pueden comprar. Me juré no volver a dudar de mis capacidades jamás.
Cuando te das cuenta de que no eres la única
Poco a poco fui mejorando mis precios y mis peticiones, me di cuenta de que no tengo por qué correr detrás de la gente que no cree que valgo lo que valgo porque voy a encontrar a alguien más que sí lo hará y seremos felices durante muchos años. De que esto al final es como las relaciones de pareja o los amigos, si quieres tener un compañero de mierda solo por estar acompañada adelante, pero mira, prefiero tener que vender manzanas en una esquina a seguir regalando mi trabajo.
En mi viaje de empoderamiento me di cuenta de que muchas de mis amigas estaban o igual o peor que yo. Os estoy hablando de gente que considero tremendas diosas, que saben hacer cosas que yo jamás podría, gente con mucha experiencia y talento. De verdad, gente de puto campeonato. Recuerdo una conversación con una de ellas, una ilustradora que tiene un estilazo fantástico un día tomándonos un café en el pueblo donde nos conocimos mientras le contaba como ya no tomaba proyectos “para ayer” aunque me estuviera muriendo de hambre y tenía una agenda para comunicar mi disponibilidad a mis potenciales clientes aunque literal todo lo que hiciera durante esas dos semanas fuera cafés.
“Ya Valen, pero es que a mí me sabe mal cobrar más o hacer esperar por algo que igual yo hago en 15 minutos con la punta del nabo”
Ya chica, pero que a ti te salga fácil no significa que lo sea para los demás. Es más, lo que yo sé mira, lo puedes aprender en 2-3 años, para lo tuyo hay que dedicar media vida, por lo que no estás cobrando por los 15 minutos que haces un sketch, estás cobrando por los últimos 15 años y si creen que es caro que lo hagan ellos, que nadie les impide intentarlo.
Yo iba dando lecciones por el mundo y compartiendo la sabiduría de mis experimentos con esto de la autoestima porque llegó un momento en el que pensé que ya lo tenía superado, pero otra pequeña cachetada en la cara me despertó y me volvió a poner en la realidad:
Mi exjefe (sí, el mismo que se apiadó de mí y me pagó el salario completo porque se dio cuenta de que tenía algún problema absurdo de autoestima) me pidió un presupuesto para ayudarle con un proyecto. Cuando le pasé el precio por hora me dijo “oh, ok, that’s quite reasonable” lo que significa que habían pasado tres años y seguíamos literalmente en las mismas.
Luego entré en conocimiento del síndrome del impostor, un término acuñado por las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes y como mínimo me sirvió para sentirme menos sola.
Cuando dudas de tu poder das poder a tu duda – H. Balzac
Digamos que seguí mejorando, poco a poco, sin perder la humildad ni caer en meritocracias. Se comenzó a notar que os voy a contar, ya no estaba trabajando con clientes de la tienda de la esquina sino con empresas de renombre mundial, pero la realidad es que aun cuando llegué a gestionar 8 personas en la agencia, aún tenía algunos días en los que pensaba que alguien se iba a dar cuenta de la verdad, de verdad, qué horror de ansiedad.
No me fue mal, acepté que ese sería mi nivel, vivir con esa duda de vez en cuando y que mira, al final había llegado bastante lejos con mis proyectos propios y con la agencia. Por un lado, este blog crecía y crece mientras me siguen dando pequeños ataques de pánico cada vez que publico algo porque sé que mi atención al detalle es nula y nada de lo que hago probablemente es lo suficientemente bueno. Por el otro dejé de tomar clientes con la agencia para dedicárselo a esto y aunque con esto me estaba ganando (y muy bien) la vida, aun cuando me invitaban a eventos o a acciones seguía pensando que no sabía bien que era realmente lo que pintaba allí. Entonces llegó la pandemia o la crisis de los 30 o ambas a la vez, sinceramente no sé ni que fue lo que pasó, pero se me fue todo un poco a la mierda.
Volví a los clientes pequeños y mal pagados porque me vi sin el valor de cerrar nada de lo que antes cerraba y aunque no me daba del todo por vencida porque pasaba bastante presupuestos y se presentaban cosas por el camino en realidad no se estaba concretando nada y esperaba y esperaba porque en realidad también me daba pánico que alguna de estas opciones de grandes proyectos salieran porque no me sentía capaz de volver a ejecutar ni planear una estrategia después de dos años de haber dejado el lodazal del marketing y sus maravillas un poco de lado. Estaba agotada, llegó enero de 2021 y estaba de verdad agotada. El blog dejó de generar ingresos debido al parón mundial de viajes, comencé poco a poco abandonar las cositas que si que funcionaban y seguía esperando cerrar algún cliente mágico mientras en realidad me cagaba de miedo en la esquina convencida de que no iba a ser capaz.
Llegado finales de enero comencé a preocuparme, por no ver la salida, por no verme capaz de tomarla si finalmente la veía y preguntándome si estos últimos 6 años han tenido algún sentido o simplemente he llegado a un tope en la vida de lo que puedo y no puedo ser capaz. Todo esto ha hecho mella en mi salud mental, aunque para qué te cuento nada, me imagino que esta situación ha hecho mella en la salud mental de muchos de los que por aquí se pasarán.
Más allá del síndrome de la impostora, aprender a vivir con ello.
La cuestión es que gracias a esa frase de más arriba mandé mi solicitud a ese puesto de trabajo y las entrevistas fueron la mar de bien. Es más, una vez me hicieron una oferta, recibí uno de los comentarios más alentadores en toda mi carrera profesional que no compartiré aún por aquí porque prefiero que siga siendo solo mío. La oferta que recibí era no solo para ese puesto, sino para uno a un nivel mayor del que había solicitado en un inicio, y aun con todo, apuntando a que mi experiencia no solo era suficiente, sino mejor de lo que esperaban ahí estaba yo para dudar. El hecho de que me contrataran como directora y no como Head me dejó con literal diarrea durante las dos siguientes semanas antes de empezar, pensando nuevamente que alguien iba a darse cuenta pronto de que se habían equivocado.
Desde hace cuatro meses cada día es un reto, hay días que me dan menos miedo, hay otros que literal me cuesta no tirarme atrás, gritar y encerrarme en una habitación y decirle a todo el mundo que han cometido un error. Hay días para todo. En estos cuatro meses he hecho miles de cosas para las que tengo la capacidad y los conocimientos, pero que no había hecho antes y he aprendido otras muchas más. En los días buenos me despierto y me recuerdo “soy buena en lo que hago”, en los días malos intento no pensar demasiado.
Comencé a escribir esto a dos días de haber recibido un hermoso feedback de una de mis compañeras de trabajo en el que dice que mi asertividad y pensamiento crítico la inspiran (wot? Y yo aquí queriendo gritar que todo es un error) y no puedo más que pensar en cuantas de nosotras nos sentimos igual cada día y de lo importante que es recibir mensajes por el estilo que nos recuerden que los fantasmas están en nuestra cabeza y que tenemos mucho que aportar y aunque esto no me paralice del todo y me lance por precipicios y me vanaglorie de mis logros y los comparta con mis amigos y me sienta orgullosa… Aún tengo mucho trabajo que hacer en mi vida para quitarme fantasmas de la cabeza porque aún hay algo dentro mío que me dice que todo esto ha sido un error de alguien y que algún día se va a notar.
Como dice esa estupenda frase: “Dios, dame la confianza de un hombre blanco mediocre”
No sé si hay un más allá, si llegará un día en el que deje de pasarme esto, si realmente pueda reflejar internamente lo que parece que reflejo externamente y pueda no costarme todo tanta energía porque sinceramente esto es agotador. Sé que cuando paso por estos periodos trabajo como una enferma y me enfoco en una sola cosa demasiado. Sé que podría ser peor… así que he buscado métodos para mantener mi cabeza ocupada (que no útil) para no quemarme y no sobre presionarme, al menos hasta llegado el punto en el que me crea todo esto un poco más.
Ver los retos como retos, no como limitaciones y no congelarse
Pero bueno, ¿todo esto de que va?
Si eres mujer es muy probable que esto te pase (no digo que sea único ni mucho menos, en realidad creo que esto es un poco como el Efecto Dunning-Kruger, cuanto más sabes más dudas de ti mismo y a la inversa). Como menciona Reshma Saujani en este vídeo que ya he compartido en el pasado esta es una situación muy particular al género femenino, más que nada por socialización.
Las mujeres tienen más tendencia a la atribución interna de los problemas, es decir, a pensar que no se llega a los objetivos siempre por culpa propia. Los hombres tienden más a una atribución externa, a una situación que es difícil, no a poner en duda sus capacidades. Está claro que esto no es así en todo el mundo, yo puedo decir que soy muy afortunada porque de alguna manera a mí me enseñaron a ser valiente, perseverante y tozuda. Si miro hacia atrás, recuerdo haber hecho comentarios (y creedme, acertados) como “es un examen difícil”, “los profesores me tienen manía”, o cosas similares que al final externamente denotan que hacía una atribución externa del problema. Por otro lado, eso es lo que se dice hacia afuera, la realidad es que si no hubiese conseguido sacarme el bachillerato muy probablemente me habría sentido como la peor mierda del planeta y hubiese pensado que la culpa es enteramente mía y no sería capaz de nada en la vida. Claramente, no he logrado deshacerme del pensamiento interno de “no soy suficiente” así que supongo que me encuentro en un punto medio que como mínimo me ha permitido seguir avanzando en mi vida.
Pero todo esto me hace preguntarme:
¿cuánta gente realmente se ve completamente paralizada por su propia cabeza, cuántas personas con enorme talento y conocimientos simplemente no pudieron dejar de sentirse como fraudes?
Así que para todas ellas y ellos os dejo con este otro vídeo que en su momento me abrió los ojos y que tengo que recordar de vez en cuando y con este libro que he leído recientemente y que, aunque no me diga nada nuevo, me ha hecho volver a pensar en esto y volver a entender por qué me encuentro donde me encuentro y como me encuentro. A tener un poco más de paciencia conmigo misma, a sentirme feliz por lo que he conseguido y, espero, a darme cuenta en un par de meses que soy suficiente sin sentir que todo me queda grande para poder seguir con mis planes y el resto mi vida.
A todos y todas las que seguís ahí, me habéis escrito en estos meses y sabéis que volveré a contartos un montón de cosas interesantes, pero que simplemente necesito tiempo para ordenar mi vida os lo agradezco. Uno de mis mayores logros es esta plataforma y la gente que hace parte de ella.
9 Responses
Gracias por compartir como te sientes por que no hay nada más gratificante que ver que no eres la única, que ¡no estás mal de la cabeza! Yo llevo meses buscando trabajo y he llegado a pensar que ya no sirvo que soy una impostora si envío mi CV para el trabajo que yo hacía por que nunca me he formé oficialmente pero aprendí a base de trabajo diario y he incluso hecho algunos cursos para aprender cosas nuevas mientras busco pero… ahora me siento como un fraude y es una lucha diaría pero leerte me ha dado una especie de ‘paz’… gracias (otra vez)
Buenas noches,
Estoy interesada en meterme en el mundo del Marketing digital para cambiar laboralmente. Con que me recomiendas empezar tomando en cuenta mi nivel 0, pero mis ganas de cambiar de rubro urgente, dejando de lado si hago o no trabajo remoto.
Hola Laura,
Aquí tienes algunas opciones https://unpocodesur.com/recursos-para-aprender-y-emprender/
Hola
No te busqué pero te encontré.
No sabía que mi condición tubiera un nombre.
Pero es hermoso saberlo, que existen más como yo.
Ojalá encuentra una salida a estas creencias de no sentirme capaz.
Mi mente me controla y las voces de que yo no puedo me atormentan.
…
Quisiera abrazarte.
Totalmente identificada. Por más videos, libros o.podcasts que consumamos, el síndrome del impostor estará siempre con nosotros. Debemos aprender a convivir con él y darle vuelta a la torta. Gracias por compartir tu sentir, Valen. Ayudas a más personas de las que crees.
Estupendo artículo Valen. A por todas!
Hola Valen, leyendo este blog recien me doy cuenta que eres colombiana, es más, eres de Bogotá, (al igual que yo) y sin saberlo te seguía desde hace mucho tiempo atrás. Descubrí también tu historia en el potcast de Lidia y sentí que llevas mucho de nuestro pais a pesar de tu marcado acento español, tu chispa, espontaneidad y el sabor latino te delatan.
en fin, solo queria decirte que tus historias me han inspirado en mis viajes y me motivan a seguir viajando. el futuro post pandemia me verá volviendo con mi mochila al hombro nuevamente.
por último quiero tu aval para utilizar la frase que le da nombre a tu blog, para bautizar mi siguiente tour hacia el sur de Colombia: “Un poco de sur para no perder el norte”. para reiniciar mis viajes.
un abrazo y hasta tu próximo blog
Hola Valen, te sigo desde hace bastante tiempo pero no siempre leía tus blogs. Recuerdo haber querido seguir con atención el tema de tu árbol genealógico, pero me quedé en el “lo voy a ver después”. Hoy abrí mi mail a modo de ansiedad y me crucé con un mensaje tuyo. Estoy sentada en mi cama con un montón de cuadernos, plumones regados, una taza de cocoa fría (como Nesquik), el celular y la compu. Me siento un fraude cuando quiero hacer realidad una idea y me paralizo porque me preguntó ¿Y a quién le va a servir esto? ¿Y por qué escogerían mi propuesta y no la de alguien más profesional?. Estoy en un trance de ser freelance porque no me siento en la capacidad de trabajar para una empresa por capacidad técnica y por temor a no adaptarme al trabajo de 8 horas, además de todo lo mental que me ha dejado o a ayudado a visibilizar esta pandemia……. Al leer tu blog, pienso que llego en el momento exacto, no sé para qué me sirva, pero ahora mismo me siento menos sola. Gracias.
Gracias por compartir tu vivencia de estos últimos tiempos. Me inspiras en mi vida y me hace sentir, que somos muchas luchando por nuestra vida de una forma valiente