Nos quedamos en Coroico aprovechando el viaje. Teníamos la loca idea de dar la vuelta de las Yungas; un paso increíble por la selva boliviana. Todo comenzó con nuestra pequeña frustración por los viajes a Rurrenabaque. Un tour de cuatro o cinco días que incluía recorrido por el río, y que evidentemente no podíamos pagar. Aunque el dinero no era el único problema… el tiempo tampoco lo teníamos.
Comenzamos a investigar y nos dimos cuenta de que podríamos hacer una pequeña ruta por nuestra cuenta; incluyendo navegación por el río. Se trataría de salir de Coroico en dirección a Caranavi. De allí a Guanay, para después pasar por Mapiri, Santa Rosa, Consata, Sorata, Achacachi y de allí conectar directamente con Copacabana.
La idea era genial, un poco rebuscada y de hecho nada fácil. Encontramos alguna información sobre viajeros en bicicleta que habían hecho el recorrido. Preguntando por los alrededores supimos que la parte más compleja sería de Mapiri a Sorata. Aunque hay carretera de tierra las conexiones son mínimas. Mucha gente va a Sorata para hacer senderos o caminatas de una semana de duración, por el camino del oro -en dirección contraria a la que habíamos pensado-. El tiempo jugaba un papel importante y lo descartamos; esa opción era imposible.
Una vez en Coroico tuvimos buena compañía. Uno de los chicos que hacía otro tour en bicicleta hizo buenas migas con Jesper y pasamos con el gran parte del rato. Tim, un británico viajando por el mundo. En Coroico conseguimos una residencia baratita. No había agua caliente, pero con semejante calor eso era lo de menos. Recorrimos el pueblo y esa noche hicimos poco más. Hay una visita hacia las Tres Cascadas que dejamos para el día siguiente.
Desde que amaneció llovía como si nunca antes hubiese llovido. Nos armamos con nuestra mejor ropa y salimos igualmente a caminar. Para ir a las Cascadas basta con tomar un pequeño bus que sale desde una esquina; que no es la estación de buses.El bus no arranca hasta que no esté completamente lleno. El pasaje no cuesta mas de diez bolivianos por persona. Una vez allí pide que te bajen en la tercera cascada y haces el camino de vuelta. En realidad no están a más de diez kilómetros, pero caminar con toda la lluvia encima no era la mejor opción. Aun así, cuando llegamos allí llovía lo suficiente como para estar totalmente mojados en menos de cinco minutos.
Las cascadas son hermosas. La más grande de ellas tiene incluso la posibilidad de llegar hasta donde el chorro choca con el río. Un camino por la montaña, sin señalizar y apenas visible, pero solo con un destino: la hermosa cascada. Una vez allí se puede cruzar; pero ese día el agua bajaba con tal fortaleza que no lo vimos muy recomendable. Admirarla con todo su caudal fue espectacular y todo el paseo digno de repetir. El resto de cascadas son más pequeñas pero igual de sorprendentes y la caminata es agradable, incluso bajo la lluvia.
Volvimos totalmente empapados y, en vista de que el tiempo no mejoraba, fuimos a averiguar por los buses en dirección Caranavi y Guanay. La realidad era que los pasajes costaban más de lo que nos imaginábamos. De Guanay a Mapiri el trayecto se podía hacer en barco de carga, por el río. Este trayecto lo hacen muchos una vez acabado el sendero de Sorata; en dirección contraria. En la estación de buses, y calculando el tiempo que nos tomaría, decidimos con tristeza que esto no sería posible. De hecho el problema era más el tiempo que el dinero. Con calma y sin afanes, nos tomaría unos siete días concluir la vuelta. No disponíamos de tanto tiempo, por lo que nos despedimos de Tim y tomamos un bus -que nos costó veinte bolivianos a cada uno- nuevamente en dirección a La Paz, para de allí salir hacia Copacabana. Llegaríamos a La Paz de noche y con suerte saldríamos directamente hacia el lago.
La vuelta de las yungas bolivianas quedará pendiente. Eso sí, la próxima vez iré armada de anti mosquitos nivel nuclear y ropa de plástico. 😀
Un comentario
Ojala la próxima vez que vayas te podamos acompañar