Llegamos a San Cipriano un lunes de noche. Francia y Rodolfo nos atendieron en el Hostal y nos ofrecieron una habitación -a un precio que acabaron reduciendo casi a la mitad-. Nos ofrecieron cocinar para nosotros por un moderado precio. Así ahorraríamos un dinero sin tener que comprar comida o comer por fuera; ya que los precios del lugar son excesivos. Durante nuestra estadía desayunamos y comimos con ella y su buena sazón. Más tarde supimos que, por suerte, es de allí de donde saca el único beneficio que no comparte con el dueño del lugar.
Mientras hablamos no paró de mover sus manos, gesticular, reirse y mecerse en la silla en la que estaba sentada. Algunas palabras -al igual que la narración- las he dejado con su acento particular, el cual hizo de nuestra conversación aún más entretenida.
Francia, caleña de sesenta y tres años.
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Pué vea, mi marido vino… Usté’ sabe que mi marido es muy amigo del dueño de esto. Hace unos dieciocho años habíamos trabajado con él, con el dueño de esto, acá. Pero cuando recién lo conocimos en Buenaventura trabajamos con él… en Buenaventura, en un negocio que el tenía. Un negocio de trago y tenía mujeres que atendían las mesas y mi esposo era el administrador y yo le ayudaba allí… en el bar, a servir, a lavar los vasos. Mire que en ese entonces no habían vasos desechables, eran vasos de cristal. De eso hace más de treinta años. Figúrese que no pensaba yo tener hijos y mi hijo tiene ya treinta y tres años. Yo no soñaba tener hijos…
Despué el señor vendió su negocio y se vino a comprar esto acá, este rancho. Cuando un día de estos se encontró….. Como en buenaventura el agua es tan escasa. En Buenaventura pa’ bañarse tiene que madrugar, recoger agua en baldecitos… Usted recoge agua y la mete en su pieza pa poderse bañar por que sino olvídese, tres, cuatro días sin bañarse, por que el agua es muy escasa. Cuando llueve si recogen en esos tanques, bueno, deja de llover, por decir ocho días, tó’ el mundo varado sin agua.
Ya cuando mi marido se volvió a ver con el señor ya nos vinimos pa’ca a trabajar con él. Le dijo vea Rodolfo trabaje aquí con Francia que tal y que tal, bueno, trabajamos aquí… A Rodolfo le da Dengue, casi se muere, le picó ese tal sancudo, le dio dengue y… se fue pa’ Cali y yo me fui a cuidarlo… pero como él lo que es médico…. Rodolfo no va donde un médico… ni amarrao, entonces yo como mas o menos una señora me enseño eso de hierbas y todo pero hace muchos años, estaba yo muy sardina. Entonces yo cogía una mata de esas que se llama mataratón, un palo, las hojas y se las licuaba con arto limón y le daba eso con limón y a el le fue pasando eso, nos volvimos otra vez pa’cá y volvió y le dio dengue.. Eso le daba de todo, por que esa enfermedad da… con fiebre, daño, de todo… y él no se puede enfermar por que le da rabia y yo hágale una cosa, hágale otra y esto y lo otro y este dueño de esto no me pagaba y un día amanecí yo como de no muy buena vuelta. El Rodolfo se quedó en Cali y yo me vine pa’cá a trabajar, yo dije no, pues lo que ese infame me pague, me sirve no? Ósea mi hijo esta estaba estudiando todavía, eso me sirve pa’ pagarle el estudio a mi hijo.. y trabaje yo y trabaje… y nada de aporte..
Entonces una vez vino una muchacha aquí… mu’ formal, mu’ formal, pa’ que voy a mentir y me dijo, usted por qué tiene esa cara de triste? Esa carita suya es de una persona triste. Entonces yo me puse a contarle y yo lloraba y me decía “pero ese señor por qué tan malo? él tiene que pagarle por que usté’ aquí cocina, usté’ aquí lava, usté’ limpia ese gallinero” Por que aquí había un gallinero “y a usté’ le tiene que pagar” y yo le decía no, ese viejo no me va apagar y yo lloraba…. y la muchacha andaba con el esposo, cuando ella fue y llamó al esposo y le dijo ay!! mi amor vea esta muchacha… y yo contándole mi vida y yo lloraba.
Y ya bajó el señor y me abrazaba y me decía no llore, mire, esas son cosas que a todo mundo nos pasa, Dios lo pone a uno en prueba a ver hasta donde soporta uno la vida, yo le decía, no, yo puedo tener muchos problemas, pero eso es muy desesperante, que usté’ trabaje y trabaje y no vea el aporte de ningún lao y entonce el señor me dijo y tenés el pasaje para Cali y yo le dje no, yo no tengo plata y me dijo vea, nosotros tenemos el carro aquí en Cordoba y usté’ tiene ropa aquí? qué tiene aquí? -No, tengo un maletincito con la ropita de mi uso personal, mi vestido -Pues arregle el maletín y nos vamos. Y estaba la comida ahí en el fogón ay!!! mamita yo no le dije ni hasta a luego al viejo….
Y me dijo el viejo y usté’ pa’ donde va y le dije, me voy pa’ Cali.. Ah… le dije no.. yo me voy, yo me voy, le dije me voy, me voy, sin groserías, por que yo no le digo palabras a uno mientras no me ofenda. Así mamita que el señor como vio que miba a ir le dije no, yo ya me voy, yo me voy con ellos y pa’ que sufriera, no ellos ya me ofrecieron un trabajo donde me van a pagar. Y me fui yo con esa gente pa’ Cali, vea, no le miento, que llegue a Cali, me llevaron casi hasta mi casa y me regalaron 300.000 pesos..
Así que bueno llegué yo a la casa y cuando este señor Rodolfo me vio me dijo y a usté’ que le pasó? -Qué que me pasó!? Yo no soy esclava de nadie Rodolfo, mire, usté’ sabe que allá hay gallinero, que allá hay que lavar, que allá llega gente… que vea.. véndame un pollo… que le toca hacer a uno? Calentar el agua, pelar el pollo, arreglarlo y tome.. y que me daba a mi ese señor?… TRABAJO! Y pa’ trabajar gratis me quedo aquí en Cali trabajando gratis, que sé que estoy cerquita a mi casa y que si me dan un plato de sopa lo comparto con usted y mi hijo… Y no volví.
Sabe cuánto hacia que yo no venia a esta aldea? Que nunca soñé yo volver, hacía porai como unos diez a doce años… Pero la necesidad lo hace cometer a uno locuras… Pue’ no de robar ni hacerle daño a nadie… pero lo hace volver donde no quiere volver.
Asi que Rodolfo se vino, atrás me vine yo, por que me daba pesar, por que él solito, él no come, él sí, mantiene esto limpito, pero él no cocina, él sufre mucho por que el nunca ha estado pues separao de nosotros… ni… ni.. cómo le digo?.. Sabe que el dueño le dijo a él que le cuidara esto por quince días y quince días hace ya un año y medio… y acá estamos.