En efecto llegamos esa noche a San Cipriano montados en una “brujita” de noche, donde la única luz que disponía el conductor era la de un encendedor con una linterna de led que llevaba en la boca… El viaje fue movido y excitante, les dejo el video de lo que seria un pedazo del viaje (de día) de nuestro viaje de vuelta… pues lo mismo pero a oscuras. Unos 20 minutos en medio del espeso calor y sin apenas ver nada.
Para los que no entendieron el artilugio aquí una muestra gráfica:
San Cipriano no es mas que un pueblo de dos calles construido a base de la gente que ha ido a parar allí, la primera experiencia que tuvimos y lo duro que fue lidiar con el conductor de la brujita nos tenia un poco desilusionados. Era de noche y teníamos que encontrar un lugar para dormir nos acercamos a la primera cabaña que vimos que ofrecía habitaciones y preguntamos.
Los precios son elevados, si van lleven COMIDA puesto que apenas hay de donde elegir y lo que hay es extremadamente caro… Nos paramos en las primeras cabañas al llegar, allí conocimos a Francia y a su marido, dos personas encantadoras. Nos ofrecieron la habitación pero sinceramente a un precio que no podíamos pagar… Después de charlar un rato nos ofrecieron un trato, dentro del precio incluirían una comida al día de la que Francia se encargaría.
Ese pequeño rincón fue uno de los únicos lugares que nos gusto de aquel lugar, la gente, en general, te mira como si fueras una bolsa de dinero, cada mañana te molestan y te comienzan a gritar para preguntarte cuando te vas para saber si te vas con ellos. Entre los conductores de brujitas se pelean y casi que te hacen entrar en la pelea, de verdad que fue odioso.
Lo hermoso de San Cipriano no fue desde luego su gente… que siendo colombiana me dio hasta vergüenza aceptar. Lo hermoso es su paisaje…
Desde el pueblo se puede caminar al rio, donde hay hoyos de mas de 11 metros de profundidad para bucear. También hay varias cascadas perfectas para visitar y que estaban correctamente señalizadas pero por lo que nos dijo Francia los mismos lugareños se encargaron de destruir la señales para así intentar embaucar a todo aquel que quiera ir diciéndoles que se perderán.
Un día decidimos ir a dar una vuelta por el rio, nada del otro mundo, no planeábamos ni caminata, ni trabajo, por lo que nos fuimos con los trajes de baño una toalla y la cámara. poco más. El rio es llano en su gran parte, exceptuando por las zonas de buceo y se puede cruzar sin apenas problemas.
Después de un par de horas nos vimos con ganas de explorar y decidimos ir en busca de las cascadas, cruzamos una pequeña quebrada en la que Jesper no se quito ni los zapatos y seguimos nuestro camino.. Caminamos al menos media hora, el cielo comenzó a nublarse y el miedo a que lloviera nos hizo dar vuelta atrás, no encontramos la cascada pero si lugares hermosos como los que pueden ver en las fotografías.
El camino de vuelta no planteaba ser muy distinto al de venida, de no ser por que al llegar a la quebrada rebosaba de agua… Llegamos a plantearnos que, en efecto, los chicos tenían razón y que nos habíamos perdido, pero luego nos dimos cuenta de que se trataba de una crecida.
Al tener que deshacer lo andado teníamos que caminar por la quebrada unos pocos metros, el paisaje había cambiado y nos costo nuestros buenos 5-10 minutos retomar el camino. El agua no tenia corriente pero a mi me llegaba a medio pecho y su color era tan turbio que todas las películas de Hollywood me pasaron por la cabeza. A todas estas vimos el rio a lo lejos…. una corriente de agua con tal fuerza que era inexplicable, Jesper en cierto ataque de inocencia me pregunto cómo íbamos a cruzarlo, y yo, inmediatamente, me di cuenta de que no íbamos a hacerlo.
Llegamos a la orilla y el rio no solo había crecido más de 2 metros de altura (un rio enorme de mas de 20 metros de ancho) sino que bajaba con una fuerza espectacular… Entendimos nuestro error, había estado lloviendo en la cima de la montaña y nunca debimos haber cruzado en esas condiciones.
Jesper intento meterse para ver hasta donde le llegaba el agua y casi le llegaba al cuello golpeándolo con fuerza. Nos sentamos, nos miramos y nos preguntamos, con un poco de pánico, cómo llegaríamos a casa….