Bolonia: Barriga llena, corazón contento

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👋🏽 ¡Hola! Soy Valen

He llegaó desde muy lejos con mis trucos, mis complejos, una maleta llena de trastos y un cuaderno lleno de cuentos. 

Escribo mal y te hablo sobre viajar, emprender y vivir una vida un poco más simple y sostenible.

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Llegamos a Italia, específicamente a la ciudad de Bolonia, gracias al departamento de turismo de la Emilia Rogmana (Emilia-Romaña). No os vamos a mentir, no nos apasionan los viajes específicos para bloggers, muchas veces no tienes la posibilidad de ver la realidad del país o de la región y otras muchas veces están pensados para grupos (que es justamente lo que nosotros evitamos). Sin embargo Silvia y todo el equipo de la organización de Blogville ha hecho un trabajo estupendo para intentar mostrarnos la verdadera Emilia Rogmana, la verdadera Bolonia, la que hay detrás del telón.

Para poneros en contexto este viaje sería la primera vez que Jesper visitaría Italia pero sería la cuarta vez por mi parte. A mi, personalmente, nunca me ha acabado de enamorar el país, quizá porque los viajes que realicé los hice de otra manera, con la familia, escapadas de fin de semana… No se, siempre fue algo rápido. Tampoco sentía especial interés por el italiano, siempre me dije “entre español y catalán lo entiendo, no hace falta más” … Vamos, que Italia no era lugar de mi devoción y digo era porque las cosas han cambiado y mucho, y además en ambos sentidos.

Por un lado gracias a este viaje me he dado cuenta de que Italia, como país tiene mucho que ofrecer y de que su gente es absolutamente hermosa y cautivadora -insensata, ¿cómo no habías visto eso antes?- y justamente por eso finalmente he notado la necesidad de poder comunicarme mejor en su lengua, así que oye igual acabo aprendiendo antes italiano que alemán (eso sería un poco delito).

San luca bolonia

Cuando pensamos en Italia siempre nos vienen a la cabeza ciudades como Roma, Florencia, Venecia… pero ¿Quién piensa en Bolonia? Sin duda no es el primer destino de nuestra “lista de lugares” pero desde hoy afirmo que debería estar en las listas de todo viajero dispuesto a conocer las entrañas de un país y nunca mejor dicho, las entrañas, sobre todo el estomago, y es que si disfrutas del buen comer no puedes olvidarte de este lugar del mundo. ¿Acaso no habías oído hablar de Bolonia, la gorda? dejadme decirte que de gorda no tiene nada, gorda acabas tu después de visitarla (¡y a gusto oye!)

Si es la primera vez que oyes sobre Bolonia, este pequeño post no es más que una introducción, una pequeña carta de despedida a la ciudad que nos ha alimentado con tanto amor durante estos días, gracias a sus atardeceres, a su movida cultural, a su noche iluminada, a sus adoquines, a su aperitivo, a sus pórticos interminables, a su pasta al ragú y a todo lo que tiene para ofrecer con tan solo estirar una mano.

Nada más bajarnos del avión compramos nuestro billete de bus para llegar al centro y la maquina expendedora decidió comerse nuestros 10 euros, vaya un comienzo. Dentro de tu cabeza vuelves a pensar “esto es Italia” y sigues con tus mil prejuicios que vete tu a saber porque te metiste en la cabeza…. Y ya, ahí se termino, no van a volver, porque en el momento en el que pones un pie en la ciudad se te termina la tontería.

Hace un calor aterrador, 35 grados para arriba, pero eso no es problema en Bolonia donde puedes caminar kilómetros interminables a la sombra. Las bicicletas se hacen hueco en una ciudad que en cierta manera no las quiere. El calor no se va, ni se va a ir, al menos no en verano, pero con él llegan las noches de cine a la fresca en la plaza mayor de las que seguro vas a disfrutar como un niño.

Durante los días que tuvimos el placer de vivirla  dimos mil y una vueltas por sus calles, caminando, escondiéndonos del sol abrasador. Jesper gana su batalla contra los mapas, me hace guardarlos en el bolsillo y con su sentido de orientación (o más bien su falta de) nos acaba llevando a lugares inesperados al principio, al final nos hace caminar en círculos. Después de 4 días ya te sabes los nombres de las calles y eres capaz de tomar atajos entre el entramado de callejones.

Las calles  atareadas y llenas de gente ocultan secretos a los ojos que no quieren ver, si te dejas te llevan de la mano a pequeñas callejuelas totalmente olvidadas del turismo. Con un poco de suerte terminas en el barrio universitario y disfrutas de las paredes que hacen de la ciudad una pieza de arte ecléctica, con sus pórticos renacentistas y sus grafitis modernos. No podemos olvidar que Blu ha elegido aquí tener su nido y después de recorrerla durante 4 días no podemos estar más que de acuerdo.

Santuario San luca bolonia

Las tardes transcurren entre helados de sabores diversos, desde el limón de toda la vida hasta mezclas que bien podrían ser consideradas un plato combinado y alguno que otro spritz con hielo para bajar la temperatura. Como los días duran mil horas y el tiempo acompaña te das una vuelta por el monasterio San Luca, visitas las torres de la ciudad y te invitas a una vista única desde las alturas. Poco a poco aquello de “la roja” toma también sentido.

Todo aquél que te acompañe te contará las mil y una maravillas de vivir en este rincon del mundo, te presentarán su comida, sus costumbres, sus montañas. Te mostrarán el camino hacía otras ciudades igual de bellas que Bolonia (aunque tu volverás porque ya le tienes cariño) y después de tanta pasión te será casi imposible no creerte que en efecto, estás en el mejor lugar del mundo. Te irás a tu próximo destino convencido de que un pedazo de tu corazón quiere quedarse en Bolonia y sin darte cuenta ya no quedará nada de todo aquello que tenías en tu cabeza respecto a Italia.

Nos vamos para volver, nos vamos con la barriga llena y el corazón contento.

*Atención el corazón en el plato es obra de Jesper y no, no estaba planificado ponerle este nombre a este post ni mucho menos, pero después de las maravillas que han pasado por su paladar se decidió a hacer fotos del plato terminado, pronto explicaremos nuestro paso por el lugar que le saco ese honesto corazón.

 

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Un comentario

  1. Precioso relato, me quedan ganitas de conocer Bolonia, a mi solo me sonaba de “el plan Bolonia ” aquello de los planes educativos universitarios.
    Gracias por contarlo de esta manera!!!

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